REFLEJO DE MUJER
Nº 3 Año 1
Marzo de 2017
Afiche 8M - Elsa Sposaro
SUMARIO
La mujer sapiens
A Lilith
Eva: subordinada o par
La mujer sapiens
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
Los antropólogos han
investigado las cuevas de Altamira, en España desde que en 1868 Modesto Cubillas
las descubriera. Forman un conjunto con otras de Cantabria, Asturias y el País
Vasco. Todas ellas a su vez se amalgaman con las de Francia y corresponden a la
denominada escuela franco-cantábrica, caracterizada por la policromía de las
figuras realistas de animales y humanos.
Ubicación de Altamira
En la cueva de
Lascaux, integrante del sistema de grutas de Dordoña en Francia, los
arqueólogos trabajaron desde su descubrimiento en 1940 hasta que el deterioro
causado por los visitantes, obligó en 1963 a las autoridades a proceder al
cierre, la restauración y la réplica, para satisfacer el interés del público en
general por las maravillosas pinturas rupestres.
Ubicación de Lascaux
Los estudios
científicos han podido reconstruir la vida de los humanos en la Edad de Piedra
y conjeturar sobre sus sentimientos, sus pensamientos, sus leyes, su organización
a través de sus obras pictóricas. De ellas han inferido una diferencia
presuntamente emocional entre varones y mujeres que se observaba ya en el
Paleolítico Superior.
Cueva de Altamira
La psicología del
hombre que habitó esas cavernas fue interpretada contemporáneamente disfrutando
de la luz y el calor del fuego, en el interior de una cueva, con otras
personas, entre veinte y cincuenta. Cada hogar disperso en los valles se
presume era de propiedad de un varón, el más poderoso del grupo que vivía en
ese refugio. Los propietarios formaban una especie de tribu que en determinados
momentos se reunía de común acuerdo en un consejo, pero uno de ellos (“con don
de mando”) era el jefe.
Techo de la gran sala de Altamira
La forma económica de
entonces les imponía el uso de animales, luego de atraparlos. Esto tenía sus
dificultades, pero se los necesitaba para obtener de ellos la carne y la leche
que les sirviera de alimento; pelo y cuero para vestido y calzado; tripas y
huesos para instrumentos y armas. Cazar a las bestias era peor aún. Para eso se
reunía la junta.
Esa actividad exigía
la colaboración de los hombres. Entonces aprovecharían en beneficio de todo el
grupo, su experiencia particular y su singular destreza en la fabricación y el
empleo de las armas y las técnicas y estrategias de cacería. En ese contexto
eran frecuentes los accidentes, y como resultado final la muerte por gangrena.
La esperanza de vida no superaba los cuarenta años.
En esa sociedad de
predadores, la vida de las mujeres debió haber sido muy diferente a la de los
varones. Pasarían la mayor parte del tiempo en la cueva o en sus alrededores, recogiendo
frutos, raíces y plantas comestibles. Incluso podrían en una parcela de tierra próxima,
cultivar vegetales para su dieta.
Detalle de los signos en la galería final – Altamira
Los científicos
sociales se aventuraron a suponer que la familia tendría seguramente dos
estructuras posibles. En una, el varón de más edad y/o propietario de la cueva,
tendría varias esposas entre doce y veinticuatro años. En la otra, las mujeres
eran compartidas por igual entre todos los hombres. A ella la llamaron “clon”,
pues se atrevieron a hallar una forma análoga a la de una colonia de bacterias,
provenientes todas ellas de la reproducción asexual de una célula madre.
Gran Sala Altamira
En cualquier caso, las
mujeres quedaban solas al cuidado de los niños, cuando los varones iban a
cazar. Ellos deberían deliberar, hacer acuerdos, planes y proyectos para la
empresa. La mujer, según ellos no estaría así determinada. Hay autores que por
prejuicios sexistas y machistas pretenden hallar en esta diferencia, la raíz de
la presunta impuntualidad tradicionalmente atribuida a la mujer.
Cazadores
Así es que, bajo una capa de aparente neutralidad científica, se continúa asociando a la mujer con la inestabilidad y al varón con la previsión. Claro que es innegable que las diferencias de comportamiento y las dificultades propias de cada sexo son importantes, como lo son también las características biológicas.
Bisonte
Aristófanes en
“Lisístrata” habla de los “primitivos”, variantes del Homo sapiens que se
dispersaron por Europa, desarrollando su cultura por milenios. En otros grupos
humanos contemporáneos o recientemente desaparecidos, pudo haberse observado un comportamiento
semejante al señalado. Julio César en “La Guerra de las Galias” describió la
organización de los celtas, por ejemplo.
El habitante de las
cuevas dejó testimonio de su vida en los utensilios que usó y en sus dibujos,
valiéndose de tierra, carbón vegetal y almagre (óxido de hierro). Cuando
dibujaba a los cazadores, lo hacía linealmente, con formas geométricas y daba
igual importancia a la persona y a los instrumentos (lanza, arco, flechas).
Usualmente mostraba a los cazadores desnudos y con largos cabellos
Sin embargo, la
representación artística de la mujer en ese mismo período, proporciona más
información. Así, en el valle del Ebro aparece un grupo de mujeres, un hombre y
un pequeño rumiante. Otros dibujos exaltan las formas redondeadas, propias de las
Venus, y sus peinados.
Venus
Algunos autores
especialistas en el tema, creyeron encontrar como fundamento para los dibujos y
las tallas femeninas, una relación con ritos de fertilidad. Otros, ni siquiera
admiten esa posibilidad, pues la consideran aún muy alejada del pensamiento
paleolítico. Pero en ambos casos, los restos materiales, como los que muestran
a mujeres en una especie de danza, con largos vestidos de piel o de paja, son
signos evidentes de una actividad. Ellos son símbolos que esperan ser
descifrados, como expresiones religiosas (diosas madres) o estéticas (goce
estético).
Danza
La contemplación de
algo agradable, como de la belleza de la mujer, pudo no ser ajena a los
habitantes de las cuevas en el Paleolítico. Ese ser rústico (aunque quizás no
tanto como para participar de la caza), que gestaba, paría y criaba hijos y cuidaba
de su prole y de los varones, pudo haber sido a un tiempo modelo y hacedora de
las obras prehistóricas que, como ella, esperan aún hoy nuestro reconocimiento,
a despecho de quienes como ancestralmente creen lo contrario.
Diorama de la cueva de Altamira – Obra del escultor Josep Font
A Lilith
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
Etimológicamente el nombre “Lilith”
deriva del hebreo “Lil” que designa a la noche. Así Lilith significaría “nocturna”. Con este término
se transmite la idea de oscuridad,
ausencia de luz y se lo conecta con otras características individuales y
su campo de acción: la otra parte del día y los hechos que en tal momento
acontecen. Un castizo refrán dice: “Lo que sólo anda de noche, nada bueno es.”
Por otra parte, uno de sus símbolos,
el animal más frecuentemente asociado,
la lechuza, refuerza equívocamente esta
consideración, pues es un ser de hábitos nocturnos, que se mueve en las
tinieblas, impregnado de brujería y muerte. Pero, simultáneamente, es un ícono
de la sabiduría, como el búho de Minerva, tomado por la Filosofía y la
Psicología.
En algunos de sus aspectos Lilith
se asemeja a las diosas madres con un tinte de oscuridad, como Gea entre los
griegos. Ellas gobiernan sobre los elementos del mundo subterráneo y se
relacionan con el ciclo de la vida y la muerte de los seres vivos. Son alfa (principio)
y omega (fin).
Corriente y popularmente Lilith
es representada como una mujer seductora, desnuda, con su piel como único
vestido, pelirroja. Su cabellera rizada le
sirve de manto para envolver su cuerpo. También se la representa sentada sobre
la concavidad de una oscura media luna, visible al tercer día de la luna nueva
en el horizonte occidental. Entonces muestra una estrecha franja de luz combada,
que facilita observar las sombras del resto del cuerpo celeste.
Lilith
Lilith no sólo se muestra como
una atrayente mujer, sino también como un bello animal, un ser ambiguo, un
habitante de ambos mundos, un híbrido de
humano y bestia. Es considerada como un ente monstruoso, una fascinante diablesa
(demonio hembra) y como una fantasmagórica habitante de las penumbras, generadora
de seres aberrantes, como la Noche y Gaya entre los helenos.
Nix
Siempre se la considera movida
por las emociones y las pasiones. Su halo misterioso caracteriza su
comportamiento transgresor, vinculado con la rebeldía, la desobediencia, el
desacato, la oposición a los mandatos. Este desafío a la autoridad, la
patriarcal en principio, y a sus
sustitutos eventuales, la torna peligrosa, pues va de la mano del deseo y la
tentación. Por todo ello, su figura se
asocia indebidamente a la malignidad.
Si se tratara de buscar la causa
de esto, debería verse que en el Antiguo Testamento aparece la insinuación de
otra tercera persona, Lilith además de la consabida pareja de la creación. Ella
tiene mayor protagonismo en la
literatura hebrea paralela, más que en el texto las Sagradas Escrituras.
Antiguo Testamento
Su origen puede buscarse en una
tradición mesopotámica que la une entre otras a las diosas babilónicas Ishtar,
Inanna y Anath. El Judaísmo no la ha deificado. Sólo la ha usado como un medio
para introducir la idea del mal vinculándolo con lo femenino. Bajo esta forma
ha generando una leyenda, rituales, estereotipos y prejuicios.
Según esa narración, después de
que Adán viera desfilar a las parejas de todos los seres vivientes, sintió
envidia de ellos. Es por eso que intentó copular con cada hembra, sin hallar
satisfacción en ello. Así fue que rogó a
Dios diciendo que: “Todas las criaturas, menos yo, tienen la pareja apropiada”.
Entonces Dios formó con sus manos a Lilith, la primera mujer, pero con
inmundicias y sedimentos como insumos.
Ella, como Isabella Oliveira, el
personaje encarnado por Penélope Cruz, en la película “Las mujeres arriba”
estrenada en el año 2000 se resistía a yacer por debajo de Adán, argumentando: “¿Porqué
he de yacer debajo de ti? Yo también fui hecha por Él y, por lo tanto, soy tu
igual”. Esta protesta fue desatendida
por el varón, y tanto que decidió violentarla. Al ser violada por su pareja, ella
pronunció el nombre de Dios, se elevó por los aires y desapareció.
Isabella Oliveira (Penélope Cruz)
Adán presentó sus quejas ante Dios,
quien envió a buscarla a los ángeles Sansenoy, Semangelof
y Senoy. Ellos la encontraron en las proximidades del Mar Rojo. Esa
región se consideraba plagada de demonios, con los cuales la tradición suponía
que ella había engendrado a los Lilim, según decía: “a razón de más de cien por
día”.
Sansenoy, Semangelof y Senoy
Los divinos mensajeros la presionaron,
ordenándole regresar con Adán de inmediato o la ahogarían. Ella les contestó
que luego de su estancia en ese lugar, ya no podía regresar con él. Los
enviados continuaron con la reiteración de las amenazas de muerte.
Lilith se vio obligada a
justificar la razón de su conducta, explicando: “¿Cómo puedo morir, si Dios me
ha ordenado que me haga cargo de todos los recién nacidos, de los niños hasta
el octavo día de vida (el de la circuncisión) y de las niñas hasta el vigésimo
día? No obstante, si alguna vez veo vuestros tres nombres o vuestras efigies en
un amuleto sobre un recién nacido, prometo perdonarle la vida”.
Así fue llegaron a un acuerdo. No obstante, Dios
castigó a Lilith, haciendo que cientos de sus hijos demoníacos perecieran por
día y que, encolerizada por la presencia de un amuleto protector, matara a su
descendencia, homologando a la trágica Medea.
Quizás la marcha de Lilith a
Oriente y el posterior surgimiento de Eva, sirvieran metafóricamente para
marcar la conducta moral de una esposa, sometida física y psicológicamente,
para servir y acompañar a su marido. Los textos sacerdotales (más tardíos)
dicen que ambos: varón y mujer, fueron
hechos simultáneamente a imagen y semejanza de Dios. Pero, desatendiendo
a aquella, la más arcaica versión popular transmite otro mensaje, pues a Eva se
la hace creada a partir de la costilla de Adán.
En
algunos relatos se menciona también la posibilidad de que Lilith hubiera
acogido al maldito Caín, después de haber sido condenado por el homicidio de su
hermano Abel, engendrando así una nueva raza de “humanos”. Por lo tanto, podría
decirse que existe las genealogías, la descendencia proveniente de Lilith y la
de Eva.
Pero, por el contrario, también
de frescura, espontaneidad, independencia, libertad y autenticidad; pues el simbolismo es
ambivalente y polivalente. Los pocos elementos a los que podemos acceder
concretos y muy modificados de su mito confirman.
Lilith
Eva: subordinada o par
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
Las dos creaciones de la mujer
según el Génesis permiten afirmar tanto la igualdad como la diferencia
jerárquica con el varón. Es por esa razón que se hace necesario que revisemos
los orígenes míticos sobre los que se apoya la distinción que hasta hoy la
sociedad patriarcal ha consagrado y que aparentemente se sustenta en un
fundamento religioso.
El primer libro del
Pentateuco, tradicionalmente atribuido a Moisés, da cuenta de la creación de
los cielos y la tierra, de la noche y el día, en el primer día: “Y fue la tarde y la mañana del día
primero.”
Creación de la Vegetación - Beauvais
Pero no es sino hasta
la jornada sexta en que se procede a la creación del hombre como culminación de
toda la obra. Una vez dispuesto el escenario (los cielos, la tierra, las aguas
del mar) con todos sus aditamentos (los animales de las distintas especies, con
representantes en sus dos géneros) entra el protagonista.
“Hagamos al hombre a nuestra imagen y conforme
a nuestra semejanza, y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los
cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda
arrastrando sobre la tierra.”
Creación de Adán – Miguel Ángel
De este versículo
surge otro dato de importancia: aquí se muestra una acción deliberada del
Creador. Ya no es tan sólo: “Hágase la
luz y la luz se hizo”. Se utiliza un
plural que, descartado el empleo por humildad, podría dejar lugar para el mayestático
o dar pie para una velada mención a la Trinidad (que analizará mejor la
Teología).
Se declara además, el
propósito divino para esta nueva especie. El hombre es creado para señorear
sobre toda la creación. El mando, el poder, el dominio está presente aún antes
del surgimiento del hombre, dándole sentido a su aparición. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”
El jardín del Edén – Cole
Esta es la primera vez
en que se habla de la creación del hombre. Y en ella el hombre y la mujer son
creados simultáneamente y con igual jerarquía. Ambos son hechos a imagen y
semejanza de Dios. Varón y mujer tienen además el mismo objetivo en el plan de
la creación: dominar sobre lo creado: “sojuzgad
la tierra y señoread sobre ella”.
Esta versión
igualitaria de la creación se reitera más adelante y es cronológicamente más
tardía. Curiosamente, sin embargo, no es ésta la recogida por la tradición. La
mujer no tiene idéntico origen, según la narración popular, ni está llamada a
gobernar nada (ni a sí misma) sino a ser sojuzgada. Pero ¿cómo justificar esta
creencia?
Adán y Eva en el Paraíso – Poussin
Para responder a esto
hay que volver al capítulo 2 del Génesis:
“Formó pues, Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo
de vida; y fue el hombre un alma viviente.” Este Dios que aparece aquí no
es sino un dios alfarero, un demiurgo, muy distante del creador a partir de la
nada (ex nihilo) del capítulo primero.
El Dios artesano tomó
su materia prima de la tierra, como un alfarero, para crear al hombre y es en
ella que plantó un huerto, pasando a ser un Dios agricultor. En ese jardín (el
del Edén) puso Dios al hombre para que la labrara y guardase.
Creación de Eva – Miguel Ángel
Estando el hombre en
el Edén, Dios advierte que “no es bueno
que el hombre esté solo” y decide proporcionarle ayuda idónea. Mas, entre
todos los animales no encuentra a ninguno que pueda cumplir con tal requisito.
Éstos le fueron presentados a Adán por Dios, para que les diese nombre. Surge
de este modo otro propósito divino que hace a la función del varón: nombrar,
denominar.
Es así que, no
habiendo entre lo ya creado un ser que acompañase adecuadamente al hombre, Dios
debe procurárselo, ¿cómo? “Dios hizo caer
sueño sobre Adán, y se quedó dormido; entonces tomó una de sus costillas, y
cerró la carne en su lugar; y de la
costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y trájola al hombre”.
El reposo del séptimo día
Dios adormece a Adán
para quitarle un hueso de su costado, con el cual hacer a la mujer. Nuevamente
es un Dios operario (cirujano) y no un auténtico Dios creador quien efectúa
esta intervención. Entonces Dios le presenta la mujer al hombre. Ella es carne
de su carne. Luego procede a darle nombre:
Issah (Varona), porque del Is
(Varón) fue tomada.
Es con la mujer que se
realiza este bautismo peculiar, mientras todos los demás seres fueron nombrados
por Adán y ese nombre es el que conservan, según el texto, hasta hoy. Su
denominación no la deben a ninguna otra cosa más que a sí mismos. Es la expresión
del realismo en el lenguaje, Sin embargo, la mujer es nombrada en segunda
instancia, su nombre obedece a su referente: el varón.
Creación de Eva – Paolo Veronese
En esta segunda
versión de la creación ella aparece después de que fuera creado el varón, como
un subproducto de él (es hueso de sus huesos, aunque no se confunde con él).
Pero lo es también por otras dos razones complementarias: es creada para satisfacer
necesidades del varón: compañía y ayuda (lo cual implicaría una carencia) y es
denominada por él (en el doble sentido: de ser el varón quien le da nombre y de
recibir un nombre derivado del nombre del varón).
El hombre aún en esta
segunda versión de la creación conserva un vínculo más original con su creador,
ya que es de Él de quien recibe el nombre de Adán, (en hebreo: rojo), quizá por
la tierra con la cual fue modelado; o tal vez por la sangre, símbolo de la vida
que recibe. La mujer en cambio es tan sólo el resultado de un robo (porque fue
perpetrado con violencia); una mutilación (un hueso de su costado) y un
engaño (mientras se lo hizo caer en un
sueño).
Creación de Eva
Extraída de la persona
del varón, es parte de él. Ella le pertenece como compañera y como ayudante o
sirviente. Pero Eva como servidora es pésima, ya que se constituye en la
primera de las rebeldes (si se exceptúa la categoría de los ángeles que
también, según cuentan las Escrituras, se sublevaron). Y su rebelión es tal,
que ella desafía no sólo a su dueño, sino también a su Creador.
El Reflejo
de Mujer nos deja ver una imagen como relicto del Génesis. La versión
sacerdotal narra la primera creación ofreciendo un aspecto más favorable e
igualitario. La segunda, propia del relato tradicional, nos ofrece un relato en que la posición
femenina está en desventaja. Quizás ésta sea la razón por la cual ha sido
elegida por la sociedad patriarcal para que ese relato se conservara en la
memoria colectiva y perdurase en el tiempo.
En Monopolio Divino dijo Eduardo Galeano: “Los dioses no soportan la competencia de
los terrestres vulgares y silvestres. Nosotros les debemos humillación y
obediencia. Hemos sido hechos por ellos, según ellos; y la censura del alto
cielo prohíbe que se divulgue el rumor de que son ellos quienes han sido hechos
por nosotros.”