jueves, 1 de junio de 2017

REFLEJO DE MUJER

Nº 6 Año I 
Junio de 2017



La familia - John Batten




SUMARIO
A mandar...1 Supremacía divina
A mandar...2 La sangre es más espesa que el agua
A mandar...3 Mentira y codicia




A mandar...1

Supremacía Divina

Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro


El detalle de los Diez Mandamientos aparece en el capítulo 20 (del versículo 3 al 17 inclusive) del Éxodo y se reitera en el Deuteronomio.  La ley que en ellos se ordena, es mandada para la mujer sólo en la medida en que está sometida al varón. Ella misma no está sujeta directa y expresamente al mandato, sino de forma indirecta. No obstante, deberá cumplirla.


Moisés recibiendo los Diez Mandamientos – J. Z. da Costa




La Torá establece como primer mandamiento una prohibición: “No tendrás dioses ajenos delante de Mí.” Esto puede significar no adorar a ningún otro dios o bien no poner a ningún otro, por encima del bíblico. Y se complementa con la negativa de hacer imágenes de cosa alguna del cielo, de la tierra superficial o subterránea, del agua y de inclinarse ante ellas.



 La Torá 

                                                        
                                                
Primer Mandamiento

                                                     


El compendio de la Doctrina Cristiana prescripto por el Papa Pío X da la versión acomodada para los cristianos, de esos tres versículos. Así es que en el primer mandamiento se lee: “No tendrás otro Dios, más que a mí”. De este modo evita el enorme inconveniente de considerar que necesariamente haya otros, que podrían estar a la par, por encima o por debajo de Yahveh.



Papa Pío X  



                                                                



   
                     




En el segundo mandamiento se aclara que Dios no tomará por inocente a quien usare Su nombre en vano. En esto, excepto por la advertencia previamente enunciada, hay coincidencia entre judíos y cristianos.



El Arca de la Alianza llevada al Templo de Jerusalén



El tercer mandamiento puede leerse en el versículo octavo y se refiere al descanso semanal. Este reposo es santificado. Así lo establecen los siguientes (décimo y undécimo), tanto para el creyente, cuanto para todo aquel que esté bajo su dominio. Esto incluye también a la mujer. No se debe trabajar en el séptimo día para recordar que el hombre es imagen de Dios, y Él descansó en el último día de la creación.

Mañana del Domingo – A. Brownscombe




Este mandamiento está  vinculado como parte  del castigo con la expulsión del Edén y la pérdida del Paraíso. Se debe trabajar y hacer toda la obra en los otros seis días. El trabajo y el descanso son términos correlativos. La ley manda descansar en el séptimo día, pero trabajar en los otros.


Tarde de Domingo – A. Foulhause


En la versión católica se omite la carga laboral y el mandato se limita a santificar las fiestas. No se alude específicamente al descanso semanal, sino que se prefiere una expresión más ambigua, vaga y abarcadora. El descanso se pasa del sábado al domingo, por la oscura tradición del primero de ellos.




Retrato de un hombre en la Iglesia – G. Boldini



Los católicos entienden que en los días de descanso están vedadas las tareas serviles (propias de los siervos, artesanos y obreros). Los trabajos corporales quedan prohibidos, excepto aquellos que sean necesarios para la vida y el culto. Esta aseveración, hecha por Pío X en 1905, da qué pensar. ¿Quiénes eran entonces  los siervos a los que sus palabras se refieren?  ¿Quiénes sino las mujeres pueden trabajar, sin que eso sea transgredir la ley? ¿Las tareas domésticas son necesarias para la vida? ¿Son serviles?




Peregrinación a la Iglesia de San Isidro – F. Goya



Tanto los hebreos como los griegos distinguían entre trabajos manuales e intelectuales. Ambos pueblos coincidían en considerar serviles a los primeros e indignos de un hombre libre. Hoy heredamos esos prejuicios por múltiples vías y oponemos otra división discriminatoria consagrada por los varones a partir de la Revolución Industrial: asalariados y burgueses (proletarios y propietarios).




Procesión de Pascua – M. Prendergast



Otra distinción permitiría reconocer el trabajo según estuviera hecho (mal o bien). Así, lo manual desaparecería como una subcategoría del trabajo y con ella la jerarquización basada en las riquezas (patrimoniales o filiales) y finalmente pondría fin a esa dicotomía clasista. André Maurois, en “Un arte de vivir” afirma que el trabajo hecho con amor por un ama de casa, constituye un ejemplo de la unión del trabajo manual y el intelectual, pues (según este autor) en su casa ella es su ama (reina) y vasalla (sierva). ¿Qué pasaría con la mujer de un obrero, sierva de un siervo?











Entre las personas trabajadoras ella es la única que no recibe un sueldo por su trabajo. ¿Un salario acaso no agregaría un mayor peso de obligaciones que ya la sociedad patriarcal le confiere en forma gratuita? ¿No sería posible repartir la carga más equitativamente entre los géneros?



Ama de casa (Housekeeping)



En su “Réquiem de madre” María Elena Walsh pinta con sentidas palabras el oficio de ama de casa. Hasta en eso se muestra la anunciada y mandada Supremacía Divina a la que las Escrituras dedican los tres primeros Mandamientos. Con esto se cierra la elemental  trilogía dedicada su tratamiento en un Reflejo de Mujer.





María Elena Walsh






A mandar...2 

La sangre es más espesa que el agua

Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro



El cuarto mandamiento establece la obligatoriedad de honrar al padre y a la madre, porque los días sobre la tierra se prolonguen. El versículo 12 señala una forma de prudencia, cuidar de los mayores (cuando éstos pasaran la edad productiva). Si se cumpliera con ello y se exigiera a las nuevas generaciones lo mismo, se aseguraría una mayor supervivencia de los ancianos.



Tiempo de familia en la cocina – F. Bergamini




Se aseguraría en la descendencia por el cumplimiento de la ley de Moisés, el abastecimiento de provisiones a quienes ya no pudieran procurarse la alimentación por sus propios medios. La versión católica omite la justificación de la prolongación de la vida y hace extensiva la obligatoriedad de honrar a cualquier autoridad, con todo lo que eso implica.


La comida familiar – B. J. Blommers



El cine tomó nota del mandato y produjo películas que mostraron la problemática oculta en esa norma. En 1931 el director Henry King estrenó “Honrarás a tu madre”, originalmente: “Over the Hill”. Posteriormente (en 1942) el genio crítico y creativo de Orson Welles reelaboró el contenido de la directiva de Moisés, en “The Magnificent Ambersons”, difundida por razones de mercado, como el “Cuarto Mandamiento”.







  



El quinto mandamiento es inequívoco: “No matarás.” Prohíbe quitar la vida. En la versión católica se explica además, que está vedado el suicidio y dañar con el pensamiento, de palabra o de hecho (golpear, herir, etc.). Y a esto se le agrega el perdón a los enemigos. Todo ello trae una dificultad adicional: si no se puede odiar a los enemigos, ni desearles el mal, ni hacer cosa alguna en su perjuicio, ¿cómo reconocer a alguien  como enemigo? Entonces la enemistad, a diferencia de la amistad, quizás no sea una relación recíproca y simétrica.


Vitral de la Sinagoga y Museo Alsaciano



El sexto mandamiento: “No cometerás adulterio”, tiene a la mujer como partícipe necesaria, porque no se considera al varón como adúltero. En la versión judía se parte de un hecho: la consideración de la familia como la unidad básica de la sociedad. De ahí que se mire por su conservación y preservación, especialmente de la paternidad.




Sexto mandamiento



Quizás el fundamento real estuviera en lo patrimonial, la descendencia ilegítima y la herencia. Luego esto pudo ser entendido como “pureza” (libre de mezcla con los que no integraran la pareja. Y de allí se llevó a la moral. En el Génesis también se ordena: “El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y se convertirán en una sola carne.”



Matrimonio



Para preservar la castidad consideran que es necesario mantener ocupada a la mujer, pues el ocio lleva a la pérdida de la castidad. Es por esa razón que el rabino Eliécer dijo que, aunque tuviese un centenar de sirvientas, una mujer deberá ser obligada a cardar lana. Con el trabajo se evitará un mal mayor: el adulterio.



No cometer adulterio



El varón al casarse debe cumplir con la obligación de multiplicación. Para algunos intérpretes este mandato afecta sólo a la parte masculina de la humanidad, pero para otros a ambos por igual. De todos modos, sin el componente femenino no habría reproducción.



Reproducción


Según expresa  A. Hertzberg en Judaísmo: “esta religión no mira la unión sexual como una concesión a la carne, sino como un acto correcto y sagrado.” Los judíos se casan generalmente por consentimiento mutuo. Es por eso que, en ese contexto está prohibido el adulterio. Y sólo por extensión, se aplica a la transgresión de los judíos que abominan de su Dios y adoran a divinidades ajenas a su propia cultura.



Betsabé en el baño – Rembrandt



La versión católica no habla como la hebrea, de adulterio, sino de fornicación. Esto implica relaciones carnales entre quienes no son entre sí esposos. En la interpretación católica más estricta, además se prohíbe todo pensamiento, palabra o acción en contra de la castidad.



Cristo y la mujer adúltera – Lucas Cranach




El séptimo mandamiento prohíbe hurtar, ¿pero cómo habrá que entender el mandato de la Torá, cuando el punto de arranque de la misma (y de este análisis) es el Éxodo? Para dejar Egipto Moisés pide a su pueblo sustraer vasos de oro, plata, vestidos y demás objetos de valor.



No robarás



A los católicos se les prohíbe tomar bienes ajenos y retenerlos injustamente. Este mismo mandamiento veda la usura, el fraude y la trampa. También manda restituir lo ajeno y reparar los daños causados, tanto como pagar las deudas.




Los prestamistas – Q. Massys



Éste es uno de los mandatos más utilizados por la literatura en la novela policial y el cine de distinto género: desde el negro a la comedia, en toda la gama. Un ejemplo es “No robarás… (a menos que sea necesario)” que tuvo distintas versiones. La más reciente, del 2013, es ecuatoriana y fue dirigida por Viviana Cordero. La anterior, norteamericana, bajo el título  original en inglés: “Fun with Dick and Jane” de 1977 fue protagonizada por Jane Fonda y George Segal, con la dirección de Ted Kotcheff  y tuvo su propia “remake” en 2005.





                                             





En A mandar…II  se ha considerado que la sangre es más espesa que el agua, porque la única orden afirmativa se refiere al deber de honrar a los padres (4°). Las demás son prohibiciones: como la de derramar sangre (¿incluiría el 5° mandamiento el femicidio?); el adulterio (6°) y el robo (7°). En todas esas acciones, las mandadas y las vedadas, corre la sangre…



 A Mandar…III. Mentira y codicia


Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro


El octavo mandamiento impide levantar falso testimonio contra el prójimo. Y lleva implícita la obligación de decir la verdad y no mentir. A los católicos los llevaría, además a eliminar la calumnia, la murmuración, la lisonja, a no pronunciar juicios temerarios, precipitados o prejuiciosos, etc. La televisión española lo aprovechó en el año 2013 para producir bajo ese rótulo un programa de éxito: una serie de 27 capítulos.







La música popular expuso los daños de las murmuraciones en canciones gallegas como “Las marmuradoras” de Mercedes Peón y “La foliada marmuradora” de Treixadura y aragonesas (en castellano) como “La copla de la Dolores”.







Partitura de “La Dolores”



Además en la Península Ibérica el teatro aprovechó el tema de las murmuraciones en la obra “La Dolores” de José Feliú. “La hija de la Dolores” de Luis Fernández continuó con el tema de las maledicencias. Y la ópera  española “La Dolores” cantó en tres actos el dolor que provocan “las lenguas murmuradoras”. Esto fuera del ámbito clásico en que no se podría omitir el “Otelo” de William Shakespeare, tantas veces recreada por dramaturgos, cineastas y artistas plásticos de todo el mundo.
                               


Desdémona – F. Leighton 

   


Otelo y Desdémona – T. Chassériau

              

El noveno mandamiento, expresamente dice: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.”  Este texto contiene el material para el restante. Se prohíbe codiciar a la mujer del prójimo, pero aunque pueda verse en él una prohibición de “apetitos impuros y deshonestos”, es imposible sacarlo de contexto. El cine italiano lo capitalizó en la película “Sensualitá”, que se comercializó como “El noveno mandamiento”. También fue el tema de comedias cómicas y de enredos.






El sentido más cabal y propio lo adquiere en relación con las otras cosas que son mencionadas taxativamente y que habría que abstenerse de desear. La mujer no es ya la esposa del prójimo, sino un objeto más de su propiedad. Está prohibido desearla, porque es  una cosa que le pertenece y no se puede atentar contra la propiedad.











El décimo mandamiento prohíbe codiciar bienes ajenos: la casa, el buey, el asno, etc. Esta escisión en el mandato comprueba y demuestra de manera simple que se reconoce la diferencia entre la mujer y los bienes. La mujer es un ser que las Escrituras declaran en el Génesis que fue creado a imagen y semejanza de Dios. Se prohíbe desear a la mujer que tiene dueño.



El avaro 



Los bienes son objetos en los que hay encarnado algún valor. Por lo tanto, los bienes son valiosos. Se prohíbe desear los bienes que ya tienen un poseedor. Todo esto da lugar a una serie de reflexiones. La primera es el Reflejo de Mujer que este mandamiento ofrece. En la sociedad hay cosas valiosas. Son los bienes.




Venus con un espejo – Tiziano



Algunas de las cosas valiosas tienen dueño. La mujer es una cosa. No es valiosa (ni valorada). Pero puede tener dueño y ser apropiada y enajenada. No es, auténticamente un bien. La cultura así forjada no admite desposeer a un propietario de sus bienes, ni de su mujer.



La avaricia – H. Gerritsz Pot



En ese ámbito se juzgaría como lícito prohibir el deseo, por lo menos para el Dios de Moisés, que instauró el Decálogo. ¿Pero el deseo, el amor, el odio, los sentimientos, las emociones pueden aparecer y desaparecer a pedido? ¿Tiene sentido el mandato o la prohibición en ese ámbito? Curiosamente ha de ser la mujer el objeto del deseo y la fuente de la cual ese deseo mana, desde los míticos orígenes de Eva y Lilith.

Eva - Durero


                                                     

   

                            


A mandar…III  Mentira y Codicia revisa los tres últimos mandatos bajo la forma de prohibiciones del Decálogo. Moisés y las Tablas de la Ley fueron la inspiración de artistas plásticos, escritores y cineastas de todo el mundo. Las obras van desde el Moisés de Miguel Ángel, al Éxodo de Otto Preminger y la telenovela brasileña.



                    
Moisés - Miguel Ángel









Moisés



 

  REFLEJO DE MUJER  N° 52   AÑO V ABRIL de 2021   Texto: Alicia Grela Vázquez Imagen: Elsa Sposaro Juana de Flandes SUMARIO Isabel...