REFLEJO DE MUJER
Nº 6 Año I
SUMARIO
A mandar...1 Supremacía divina
A mandar...2 La sangre es más espesa que el agua
A mandar...3 Mentira y codicia
A mandar...1
Supremacía Divina
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
El detalle de los Diez Mandamientos aparece en el capítulo 20 (del versículo 3 al 17
inclusive) del Éxodo y se reitera en el Deuteronomio. La ley que en ellos se ordena, es mandada
para la mujer sólo en la medida en
que está sometida al varón. Ella misma no está sujeta directa y expresamente al
mandato, sino de forma indirecta. No obstante, deberá cumplirla.
Moisés recibiendo los Diez Mandamientos – J. Z. da Costa
La Torá establece como primer mandamiento
una prohibición: “No tendrás dioses
ajenos delante de Mí.” Esto puede significar no adorar a ningún otro dios o
bien no poner a ningún otro, por encima del bíblico. Y se complementa con la
negativa de hacer imágenes de cosa alguna del cielo, de la tierra superficial o
subterránea, del agua y de inclinarse ante ellas.
La Torá
Primer Mandamiento
El compendio de la Doctrina Cristiana prescripto por el
Papa Pío X da la versión acomodada para los cristianos, de esos tres
versículos. Así es que en el primer mandamiento se lee: “No tendrás otro Dios, más que a mí”. De este modo evita el enorme
inconveniente de considerar que necesariamente haya otros, que podrían estar a
la par, por encima o por debajo de Yahveh.
Papa Pío X
En el segundo mandamiento se aclara que Dios
no tomará por inocente a quien usare Su nombre en vano. En esto, excepto por la
advertencia previamente enunciada, hay coincidencia entre judíos y cristianos.
El Arca de la Alianza llevada al Templo de Jerusalén
El tercer mandamiento puede leerse en el
versículo octavo y se refiere al descanso semanal. Este reposo es
santificado. Así lo establecen los siguientes (décimo y undécimo), tanto para
el creyente, cuanto para todo aquel que esté bajo su dominio. Esto incluye
también a la mujer. No se debe trabajar en el séptimo día para recordar que el
hombre es imagen de Dios, y Él descansó en el último día de la creación.
Mañana del Domingo – A. Brownscombe
Este mandamiento
está vinculado como parte del castigo con la expulsión del Edén y la
pérdida del Paraíso. Se debe trabajar y hacer toda la obra en los otros seis
días. El trabajo y el descanso son términos correlativos. La ley manda
descansar en el séptimo día, pero trabajar en los otros.
En la versión católica
se omite la carga laboral y el mandato se limita a santificar las fiestas. No
se alude específicamente al descanso semanal, sino que se prefiere una
expresión más ambigua, vaga y abarcadora. El descanso se pasa del sábado al
domingo, por la oscura tradición del primero de ellos.
Retrato de un hombre en la Iglesia – G. Boldini
Los católicos
entienden que en los días de descanso están vedadas las tareas serviles
(propias de los siervos, artesanos y obreros). Los trabajos corporales quedan
prohibidos, excepto aquellos que sean necesarios para la vida y el culto. Esta
aseveración, hecha por Pío X en 1905, da qué pensar. ¿Quiénes eran entonces los siervos a los que sus palabras se
refieren? ¿Quiénes sino las mujeres
pueden trabajar, sin que eso sea transgredir la ley? ¿Las tareas domésticas son
necesarias para la vida? ¿Son serviles?
Tanto los hebreos como
los griegos distinguían entre trabajos manuales e intelectuales. Ambos pueblos coincidían
en considerar serviles a los primeros e indignos de un hombre libre. Hoy
heredamos esos prejuicios por múltiples vías y oponemos otra división
discriminatoria consagrada por los varones a partir de la Revolución
Industrial: asalariados y burgueses (proletarios y propietarios).
Procesión de Pascua – M. Prendergast
Otra distinción
permitiría reconocer el trabajo según estuviera hecho (mal o bien). Así, lo
manual desaparecería como una subcategoría del trabajo y con ella la
jerarquización basada en las riquezas (patrimoniales o filiales) y finalmente
pondría fin a esa dicotomía clasista. André Maurois, en “Un arte de vivir” afirma que el trabajo hecho con amor por un ama
de casa, constituye un ejemplo de la unión del trabajo manual y el intelectual,
pues (según este autor) en su casa ella es su ama (reina) y vasalla (sierva).
¿Qué pasaría con la mujer de un obrero, sierva de un siervo?
Entre las personas
trabajadoras ella es la única que no recibe un sueldo por su trabajo. ¿Un
salario acaso no agregaría un mayor peso de obligaciones que ya la sociedad
patriarcal le confiere en forma gratuita? ¿No sería posible repartir la carga
más equitativamente entre los géneros?
En su “Réquiem de
madre” María Elena Walsh pinta con sentidas palabras el oficio de ama de casa.
Hasta en eso se muestra la anunciada y mandada Supremacía Divina a la que las Escrituras dedican los tres primeros
Mandamientos. Con esto se cierra la elemental
trilogía dedicada su tratamiento en un Reflejo de Mujer.
María Elena Walsh
A mandar...2
La sangre es más espesa que el agua
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
El cuarto mandamiento establece la
obligatoriedad de honrar al padre y a la
madre, porque los días sobre la tierra se prolonguen. El versículo 12
señala una forma de prudencia, cuidar de los mayores (cuando éstos pasaran la
edad productiva). Si se cumpliera con ello y se exigiera a las nuevas
generaciones lo mismo, se aseguraría una mayor supervivencia de los ancianos.
Tiempo de familia en la cocina – F. Bergamini
Se aseguraría en la
descendencia por el cumplimiento de la ley de Moisés, el abastecimiento de
provisiones a quienes ya no pudieran procurarse la alimentación por sus propios
medios. La versión católica omite la justificación de la prolongación de la
vida y hace extensiva la obligatoriedad de honrar a cualquier autoridad, con
todo lo que eso implica.
La comida familiar – B. J. Blommers
El cine tomó nota del
mandato y produjo películas que mostraron la problemática oculta en esa norma.
En 1931 el director Henry King estrenó “Honrarás a tu madre”, originalmente:
“Over the Hill”. Posteriormente (en 1942) el genio crítico y creativo de Orson
Welles reelaboró el contenido de la directiva de Moisés, en “The Magnificent
Ambersons”, difundida por razones de mercado, como el “Cuarto Mandamiento”.
El quinto mandamiento es inequívoco: “No matarás.” Prohíbe quitar la vida.
En la versión católica se explica además, que está vedado el suicidio y dañar
con el pensamiento, de palabra o de hecho (golpear, herir, etc.). Y a esto se
le agrega el perdón a los enemigos. Todo ello trae una dificultad adicional: si
no se puede odiar a los enemigos, ni desearles el mal, ni hacer cosa alguna en
su perjuicio, ¿cómo reconocer a alguien
como enemigo? Entonces la enemistad, a diferencia de la amistad, quizás
no sea una relación recíproca y simétrica.
Vitral de la Sinagoga y Museo Alsaciano
El sexto mandamiento: “No cometerás adulterio”, tiene a la mujer como partícipe necesaria, porque no se considera al varón
como adúltero. En la versión judía se parte de un hecho: la consideración de la
familia como la unidad básica de la sociedad. De ahí que se mire por su
conservación y preservación, especialmente de la paternidad.
Sexto mandamiento
Quizás el fundamento
real estuviera en lo patrimonial, la descendencia ilegítima y la herencia. Luego
esto pudo ser entendido como “pureza” (libre de mezcla con los que no
integraran la pareja. Y de allí se llevó a la moral. En el Génesis también se
ordena: “El hombre dejará a su padre y a
su madre y se unirá a su esposa y se convertirán en una sola carne.”
Matrimonio
Para preservar la
castidad consideran que es necesario mantener ocupada a la mujer, pues el ocio lleva a la pérdida de la castidad. Es por esa
razón que el rabino Eliécer dijo que, aunque tuviese un centenar de sirvientas,
una mujer deberá ser obligada a cardar lana. Con el trabajo se evitará un mal
mayor: el adulterio.
No cometer adulterio
El varón al casarse
debe cumplir con la obligación de multiplicación. Para algunos intérpretes este
mandato afecta sólo a la parte masculina de la humanidad, pero para otros a
ambos por igual. De todos modos, sin el componente femenino no habría
reproducción.
Reproducción
Según expresa A. Hertzberg en Judaísmo: “esta religión no mira la unión sexual como una concesión a
la carne, sino como un acto correcto y sagrado.” Los judíos se casan
generalmente por consentimiento mutuo. Es por eso que, en ese contexto está
prohibido el adulterio. Y sólo por extensión, se aplica a la transgresión de
los judíos que abominan de su Dios y adoran a divinidades ajenas a su propia
cultura.
Betsabé en el baño – Rembrandt
La versión católica no
habla como la hebrea, de adulterio, sino
de fornicación. Esto implica
relaciones carnales entre quienes no son entre sí esposos. En la interpretación
católica más estricta, además se prohíbe todo pensamiento, palabra o acción en
contra de la castidad.
Cristo y la mujer adúltera – Lucas Cranach
El séptimo mandamiento prohíbe hurtar,
¿pero cómo habrá que entender el mandato de la Torá, cuando el punto de
arranque de la misma (y de este análisis) es el Éxodo? Para dejar Egipto Moisés
pide a su pueblo sustraer vasos de oro, plata, vestidos y demás objetos de
valor.
No robarás
A los católicos se les
prohíbe tomar bienes ajenos y retenerlos injustamente. Este mismo mandamiento
veda la usura, el fraude y la trampa. También manda restituir lo ajeno y
reparar los daños causados, tanto como pagar las deudas.
Los prestamistas – Q. Massys
Éste es uno de los
mandatos más utilizados por la literatura en la novela policial y el cine de
distinto género: desde el negro a la comedia, en toda la gama. Un ejemplo es
“No robarás… (a menos que sea necesario)” que tuvo distintas versiones. La más
reciente, del 2013, es ecuatoriana y fue dirigida por Viviana Cordero. La
anterior, norteamericana, bajo el título
original en inglés: “Fun with Dick and Jane” de 1977 fue protagonizada
por Jane Fonda y George Segal, con la dirección de Ted Kotcheff y tuvo su propia “remake” en 2005.
En A mandar…II se ha
considerado que la sangre es más espesa que el agua, porque la única orden
afirmativa se refiere al deber de honrar a los padres (4°). Las demás son
prohibiciones: como la de derramar sangre (¿incluiría el 5° mandamiento el
femicidio?); el adulterio (6°) y el robo (7°). En todas esas acciones, las
mandadas y las vedadas, corre la sangre…
A Mandar…III. Mentira y codicia
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro
El octavo mandamiento impide levantar
falso testimonio contra el prójimo. Y lleva implícita la obligación de decir la
verdad y no mentir. A los católicos los llevaría, además a eliminar la
calumnia, la murmuración, la lisonja, a no pronunciar juicios temerarios,
precipitados o prejuiciosos, etc. La televisión española lo aprovechó en el año
2013 para producir bajo ese rótulo un programa de éxito: una serie de
27 capítulos.
La música popular
expuso los daños de las murmuraciones en canciones gallegas como “Las
marmuradoras” de Mercedes Peón y “La foliada marmuradora” de Treixadura y
aragonesas (en castellano) como “La copla de la Dolores”.
Partitura de “La Dolores”
Además en la Península
Ibérica el teatro aprovechó el tema de las murmuraciones en la obra “La
Dolores” de José Feliú. “La hija de la Dolores” de Luis Fernández continuó con
el tema de las maledicencias. Y la ópera
española “La Dolores” cantó en tres actos el dolor que provocan “las
lenguas murmuradoras”. Esto fuera del ámbito clásico en que no se podría omitir
el “Otelo” de William Shakespeare, tantas veces recreada por dramaturgos,
cineastas y artistas plásticos de todo el mundo.
Desdémona – F. Leighton
Otelo y Desdémona – T. Chassériau
El noveno mandamiento, expresamente dice: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no
codiciarás la mujer de tu prójimo,
ni su siervo, ni su criada, ni su
buey, ni su asno, ni cosa alguna de
tu prójimo.” Este texto contiene el
material para el restante. Se prohíbe codiciar a la mujer del prójimo, pero aunque pueda verse en él una prohibición de
“apetitos impuros y deshonestos”, es imposible sacarlo de contexto. El cine
italiano lo capitalizó en la película “Sensualitá”, que se comercializó como
“El noveno mandamiento”. También fue el tema de comedias cómicas y de enredos.
El sentido más cabal y
propio lo adquiere en relación con las otras cosas que son mencionadas
taxativamente y que habría que abstenerse de desear. La mujer no es ya la esposa del prójimo, sino un objeto más de su
propiedad. Está prohibido desearla, porque es
una cosa que le pertenece y no se puede atentar contra la propiedad.
El décimo mandamiento prohíbe codiciar bienes ajenos: la casa, el
buey, el asno, etc. Esta escisión en el mandato comprueba y demuestra de manera
simple que se reconoce la diferencia entre la mujer y los bienes. La mujer
es un ser que las Escrituras declaran en el Génesis que fue creado a imagen y semejanza de Dios. Se
prohíbe desear a la mujer que tiene
dueño.
El avaro
Los bienes son objetos
en los que hay encarnado algún valor. Por lo tanto, los bienes son valiosos. Se
prohíbe desear los bienes que ya tienen un poseedor. Todo esto da lugar a una
serie de reflexiones. La primera es el Reflejo
de Mujer que este mandamiento ofrece. En la sociedad hay cosas valiosas.
Son los bienes.
Venus con un espejo – Tiziano
Algunas de las cosas
valiosas tienen dueño. La mujer es
una cosa. No es valiosa (ni valorada). Pero puede tener dueño y ser apropiada y
enajenada. No es, auténticamente un bien. La cultura así forjada no admite
desposeer a un propietario de sus bienes, ni de su mujer.
La avaricia – H. Gerritsz Pot
En ese ámbito se
juzgaría como lícito prohibir el deseo, por lo menos para el Dios de Moisés,
que instauró el Decálogo. ¿Pero el deseo, el amor, el odio, los sentimientos, las
emociones pueden aparecer y desaparecer a pedido? ¿Tiene sentido el mandato o
la prohibición en ese ámbito? Curiosamente ha de ser la mujer el objeto del deseo y la fuente de la cual ese deseo mana,
desde los míticos orígenes de Eva y Lilith.
A mandar…III Mentira y Codicia revisa los tres últimos
mandatos bajo la forma de prohibiciones del Decálogo. Moisés y las Tablas de la
Ley fueron la inspiración de artistas plásticos, escritores y cineastas de todo
el mundo. Las obras van desde el Moisés de Miguel Ángel, al Éxodo de Otto
Preminger y la telenovela brasileña.
Moisés - Miguel Ángel
Moisés
No hay comentarios:
Publicar un comentario