1 setiembre de 2019
N° 33 AÑO III
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
SUMARIO
María la Judía
Teodora, emperatriz de Bizancio
María la Judía
María la Profetisa
María la Judía (María la Hebrea o Míriam la Profetisa) fue la primera mujer alquimista. Vivió hacia el siglo III después de Cristo en Alejandría. Se la consideró como la fundadora de la Alquimia. Contribuyó con sus aportes a la ciencia aplicada. Su identidad fue oscurecida, como muchos iniciados antiguos. Algunos autores la asociaron, con pruebas escasas, a María Magdalena, a Miriam, la hermana de Moisés y del profeta Aarón.
María la Hebrea
La referencia más concreta de su existencia la dio el erudito alquimista de Alejandría Zósimo de Panópolis, en el siglo IV al recopilar las enseñanzas de iniciados anteriores, para formar una Enciclopedia del Arte Hermético. Él en sus escritos citó a María, mencionándola entre los sabios antiguos, y también describió varios de sus experimentos e instrumentos.
Zósimo de Panópolis
Jorge Sincelo, cronista bizantino del siglo VIII, presentó a María como maestra de Demócrito a quien habría conocido en Menfis (Egipto) en la época de Pericles. El enciclopedista árabe Al Nadim la citó en su Catálogo del año 879 después de Cristo entre los cincuenta y dos alquimistas más famosos, por conocer la preparación del caput mortuum (cabeza muerta), nigredo, resto sin valor de una reacción química, y pigmento rojizo.
Ibn Al Nadim Símbolo del nigredo Pigmento caput mortuum
El filósofo romano Morieno la llamó María la Profetisa y los árabes la conocieron como la Hija de Platón, que en los textos alquímicos occidentales estaba reservado para el azufre blanco. Ella pasó a ser identificada con la materia con la que trabajaba. También se pensó que ella, además de ser una persona real, podría haber sido una firma empleada por uno o varios alquimistas hebreos.
Piedra filosofal
María escribió varios textos sobre Alquimia, aunque ninguno de sus escritos ha sobrevivido en su forma original. Sin embargo, sus enseñanzas fueron ampliamente citadas por hermetistas posteriores. Su principal obra de las conocidas fue Extractos hechos por un filósofo cristiano anónimo, también designada como Diálogo de María y Aros, en donde están descritas y nombradas las operaciones básicas de la Alquimia.
Hermes Trimegisto
La leucosis (blanqueo) se hacía por trituración y la xantosis (amarilleo), por calcinación. En esa obra se describió por primera vez el ácido de la sal marina y otro oxys (ácido) que pudieron identificarse con el ácido acético. También aparecían en ese antiguo texto varias recetas para hacer oro, incluso a partir de raíces vegetales, como la de la mandrágora.
La mandrágora
María fue una trabajadora de laboratorio que inventó aparatos destinados a la transformación química y el Baño María. El tribikos era un alambique usado para obtener sustancias purificadas por destilación. Era una vasija de barro que contenía líquidos, una mantera para la condensación del vapor (el ambix o alembic). De allí salían tres espitas de cobre y recipientes de vidrio. Una gotera recogía el producto y lo llevaba a las canillas.
Alambique Tribikos
María inventó este instrumento o se le adjudicó, pues la primera descripción fue hecha por ella, y aparece en un escrito de Zósimo: He de describiros el tribikos. Porque así se llama el aparato hecho de cobre y descrito por María, la transmisora del Arte. El kerotakis fue el más importante de sus inventos, consistente en un aparato de reflujo usado para calentar sustancias utilizadas en la Alquimia y recoger sus vapores.
Kerotakis
El kerotakis era un recipiente hermético con una lámina de cobre suspendida en su parte superior, para que el aparato funcionase correctamente todas las uniones se ajustaban al vacío. El uso de esos recipientes en las Artes y Ciencias Herméticas dio lugar a la expresión sellado herméticamente. María estudió los efectos de los vapores de arsénico, mercurio y azufre sobre los metales, ablandando e impregnándolos con colores.
María la Xudía
El kerotakis designaba a una paleta triangular usada por los artistas para mantener calientes sus mezclas de cera y pigmentos y María la empleó para ablandar metales e impregnarlos de color. Y llegó a ser el nombre del aparato de reflujo. Una esfera o cilindro con tapa hemisférica se colocaba sobre el fuego. Así se calentaban las soluciones de azufre (S) o mercurio (Hg). La paleta con la aleación de cobre y plomo iba en la parte superior.
Alquimia hermética
Al hervir el azufre o el mercurio, el vapor se condensaba en la parte superior del cilindro y el líquido volvía a caer, dando así un reflujo continuo. Los vapores del condensado atacaban la aleación de metal, dando un sulfuro de plomo y cobre (el negro de María) que representaba la primera etapa de la transmutación y era un pigmento de la pintura. Para su fabricación usaba el el Kerotakis, instrumento creado por ella.
María la Hebrea
El calentamiento prolongado daba una aleación parecida al oro. El kerotakis se usaba para la extracción de compuestos vegetales como el aceite esencial de rosas. María creía que la reacción en el aparato era una reconstitución mística del proceso de formación del noble metal en el interior de la tierra. Producto de la calcinación era el rojo anaranjado rejalgar o polvo de la cueva (sulfuro de arsénico) de las minas de oro.
Rejalgar (polvo de la cueva) sulfuro de arsénico
Ese instrumento fue modificado por el alemán Franz von Soxhlet que en 1879 creó el extractor que lleva su nombre. Por otra parte, el baño María fue una técnica rudimentaria que posteriormente fue empleada en laboratorios químicos, farmacéuticos, industriales y domésticos, consistente en introducir un recipiente en otro mayor que, con agua hirviendo, usado cuando se quiere calentar algo de manera indirecta y uniforme.
Extractor Franz von Soxhlet
Este invento de María era una especie para destilar sustancias volátiles o aromáticas y para evaporar extractos. El baño original era de cenizas y calentaba otro recipiente con agua que a su vez pasaba al siguiente. El de arena tenía como objeto conservar mejor el calor que debía transmitir, ya que su temperatura podía ser superior a la del agua hirviendo.
El baño de María actual
Posteriormente a este aparato se le quita la arena quedándose sólo con el recipiente con agua, la cual deberá hervir y sus vapores serán capaces de calentar el otro recipiente que está dentro. Los investigadores le atribuyen a la alquimista el origen y el nombre de Baño María. Éste término fue introducido por Arnaldo de Vilanova en el siglo XIV.
Teodora, emperatriz de Bizancio
Teodora nació circa del 500 fue la esposa de Justiniano I y emperatriz de Bizancio. Gozó de gran popularidad y poder. Para la Iglesia Ortodoxa la pareja imperial alcanzó la santidad. Ella quizás haya sido la mujer más influyente y poderosa en la historia bizantina. Algunas fuentes la mencionan como emperatriz reinante siendo corregente con marido.
Teodora
Procopio de Cesárea, su contemporáneo, el escriba del general Belisario ha dado una de las principales fuentes históricas sobre Teodora en la Historia de las Guerras. Sin embargo, el historiador ofreció tres representaciones contradictorias de la Emperatriz. La caracterizó como una emperatriz influyente y plena de coraje. Después, escribió la Historia secreta, que no fue publicada entonces (en el momento de acabarla).
Procopio de Cesárea
El autor se mostró desilusionado con el emperador, la emperatriz e incluso con el general. Justiniano fue caracterizado como cruel, corrupto, despilfarrador e incompetente. A Teodora la detalló como vulgar e insaciablemente lujuriosa, de mal genio y calculada maldad. Procopio incluso proclamó que ambos eran demonios, que se los vio salir de las cabezas imperiales, dejar sus cuerpos y deambular por el palacio en la noche.
Antonina, la esposa del general Belisario, fue durante toda la vida su amiga fiel.
Antonina (Antonia) con su esposo el general Belisario
Al mismo tiempo que la Historia secreta, fue escrito el libro Sobre los edificios, que es un panegírico que representaba con tono adulatorio a Justiniano y a Teodora como una pareja pía. Además de su piedad, su belleza fue muy alabada. Aunque ella ya había muerto al momento de publicar esa obra, pero Justiniano seguía vivo, y muy probablemente le la haya encargado ese trabajo.
Por otra parte, Juan de Éfeso, su contemporáneo escribió acerca de Teodora en su obra Vidas de los santos orientales. Mencionó en ella a una hija (ilegítima) que Procopio no había nombrado. Otros historiadores presentaron información adicional sobre su vida. Teófanes, el Confesor mencionó algunas otras relaciones familiares de Teodora no mencionadas. Miguel, el Sirio, en su Crónica de 1234 y Bar Hebreo situaron su nacimiento en la ciudad de Daman, en Siria.
Juan de Éfeso Teófanes, el Confesor
En cambio, según el clasicista Michael Grant, ella era descendiente de chipriotas. En aquella época muchas prostitutas procedían de Chipre y por ello la palabra chipriota era equivalente a meretriz. Esto pudo deberse a la localización mitológica de la originaria Afrodita (Venus) la diosa del Amor y la Belleza, que por su innegable analogía generó un lamentable equívoco.
Michael Grant Venus - Afrodita
El eutiquianismo o monofisismo (del griego monos: uno, y physis: naturaleza) como doctrina teológica sostuvo que Jesús sólo era de naturaleza divina, pero no humana. Los miafisitas tendieron a considerar a Teodora como uno de los suyos. Estas fuentes fueron desestimadas en favor de la versión negativa y derogatoria. Pues eso, según algunos críticos, pudo haber sido inventado para mejorar la reputación de la emperatriz.
Bar Hebreo
Claro que lo dicho en contra de Teodora, también pudo ser el producto de otra fantasía, sólo que más atrayente por su contenido erótico. Miguel, el Sirio y Bar-Hebreo contradijeron a Procopio haciendo de Teodora la hija de un sacerdote, entrenada en las pías prácticas del monofisismo desde su nacimiento. Estas fuentes miafisitas tardías recogieron su descripción entre los miembros de su credo.
La Emperatriz Teodora en el Coliseo – Juan José Benjamín Constant
Un su biografía se consagró la idea de una trayectoria de superación personal y de aprendizaje que, a partir de su presunta condición de actriz y prostituta, la llevó al trono del Imperio Bizantino. Una vez que hubo alcanzado tan extraordinario poder político, otorgó a las mujeres una especial protección. No están claros algunos datos sobre su origen, el lugar y la fecha de su nacimiento. Esa incertidumbre la hace más misteriosa y encantadora.
Teodora
Algunos creyeron que la pobreza de su familia estaba acreditada. Su padre, Acacio, era cuidador de fieras del Hipódromo de Constantinopla, la capital del Imperio Romano de Oriente, conocido como bizantino. Su madre ejercía como actriz y bailarina. Estas ocupaciones estaban situadas en lo más bajo de la escala social. Habría sido criada sin acceso a una educación elevada y con escasos recursos. Siendo ella muy niña, tras la muerte de su progenitor, ella tuvo escaso cuidado y afecto.
Ruinas del Hipódromo de Constantinopla -
Teodora era fuerte y decidida. Además conocía el mundo del espectáculo y sabía moverse en él. Por primera vez subió a un escenario sustituyendo a Komito, una de sus hermanas. Actuó como mimo y obtuvo un gran éxito, pues gustó por su belleza y desinhibición. La prostitución pudo haber complementado esa vida. Según Procopio, fue famosa por su representación de Leda y el Cisne, en que ella aparecía en el suelo desnuda (más de lo permitido por la ley), mientras unos asistentes esparcían sobre su cuerpo grano que las ocas picoteaban, y ella fingía la violación.
Leda y el Cisne - François Boucher
Quizás su hermosura le habría posibilitado viajar como amante de un alto oficial sirio Hecebolo que marchaba a la Cirenaica para ser su gobernador. Teodora sólo pudo permanecer con él un tiempo, porque finalmente él, tras maltratarla, la abandonó, dejándola en un país extraño, en una situación de extrema pobreza. Fue entonces que ella habría decidido cambiar de rumbo y dirigirse a Egipto.
Teodora
Parece que entonces contactó a comunidades monofisitas (sostenían que Jesús solo tenía naturaleza divina y no humana) de las cuales recibió ayuda y cierta instrucción religiosa, algo que no olvidaría jamás. De regreso a Constantinopla y apartada de sus viejos oficios, conoció a Justiniano, sobrino y heredero del emperador Justino I. Se inició entre ellos una relación amorosa que se prolongó durante toda su vida.
Justiniano y Teodora
Justiniano aún siendo conocedor del pasado de Teodora y del gran desprestigio que podría acarrearle, quiso casarse con ella. El gran afecto surgido entre ambos los unió con tal fuerza, que él consiguió que entonces el emperador Justino I (su tío) anulase la ley que impedía a las mujeres, que anteriormente hubieran sido actrices, contraer matrimonio con oficiales del imperio. Posteriormente la hizo nombrar patricia.
Monedas de Justino I (o Flavio Justino)
Con este auxilio Teodora tuvo la vía expedita en su ascenso al poder. A la muerte de Justino, su sobrino y heredero: Justiniano hizo celebrar de inmediato (el 4 de abril del 527, día de Pascua) la ceremonia de coronación, que la convirtió en emperatriz. Muy probablemente esta decisión haya sido un gran acierto del flamante emperador, pues el carácter de su consorte resultó ser esencial para el ejercicio del poder de su gobierno.
Justiniano el Grande y su Corte
S e refiró como parte del anecdotario imperial que en una ocasión, cuando el último emperador romano, Justiniano, tras un gravísimo conflicto con una de las facciones políticas de Constantinopla estaba preparándose para huir, fue ella, Teodora, quien con un discurso potente y razonado hizo que se quedase, para afrontar los disturbios y conservar el poder diciendo: el trono es un glorioso sepulcro y la púrpura el mejor sudario.
Teodora y su Séquito
También fue fundamental la constante actitud protectora de Teodora hacia los monofisitas, pese a que su esposo Justiniano el Grande pertenecía y favorecía a Iglesia Ortodoxa. Este aparente desacuerdo en materia religiosa resultó muy beneficioso, pues favoreció la convivencia dentro del imperio Romano de Oriente de esas dos tendencias y equilibró las fuerzas políticas y sociales más potentes.
Imperio de Bizancio
Ambos esposos: Justiniano I (Flavius Petrus Sabbatius Justinianus) y Teodora transformaron Constantinopla, convirtiéndola en una ciudad bellísima, emprendiendo numerosas obras: puentes, acueductos e iglesias, entre las cuales se destacó la espléndida Santa Sofía, en su tercera versión.
Iglesia de Santa Sofía
Sin embargo, una de las labores más relevantes de toda la biografía de Teodora fue la defensa de las mujeres. Ella como emperatriz de Bizancio ejerció su poder aumentando los derechos de las madres sobre sus hijos, prohibiendo la prostitución forzosa y mejorando las posibilidades femeninas con respecto al patrimonio. En los casos de divorcio, instituyó la pena de muerte por violación y prohibió asesinar a las adúlteras esgrimiendo esa acción como razón.
Teodora
Sin duda su propia experiencia vital la hizo sentirse más próxima a las personas de su género y luchar activamente por ellas. Teodora murió por la peste bubónica (o cáncer) en el año 548, a los 48 años de edad. Fue enterrada en la iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla. Pero dejó un gran vacío en el trono. Su falta se hizo sentir en la política llevada adelante por su viudo, Justiniano. Su esposo, aunque supérstite, siempre la añoró.
Iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla
Su figura inspiró a mujeres para iniciar el movimiento feminista, y a escritores, artistas plásticos (como François Boucher) y cinematográficos. Pero también es posible establecer analogías con personajes de la Historia Argentina Contemporánea: Evita y el presidente Juan Domingo Perón. Simpatizantes y detractores han construido relatos que terminaron por conformar el mito.
Sarah Bernhardt en Teodora Evita y Juan Domingo Perón
Paloma San Basilio - No llores por mí Argentina
Madonna - No Llores Por Mí Argentina
Nacha Guevara - No llores por mí Argentina