REFLEJO DE MUJER
Octubre de 2020
N° 45 AÑO IV
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
Hafsa
SUMARIO
Hafsa, la poetisa de El-Andalus
Herrada de Landsberg
Hafsa, la poetisa de El-Andalus
Hafsa Bint al Hayy Ar Rakuniyya, una de las poetisas árabe andaluzas más reputadas de Al Andalus,
nació en Granada alrededor de 1135 (en el año 530 de la Hégira). Fue una mujer de gran belleza, hija de un noble beréber rico e influyente en esa ciudad. Recibió una esmerada educación y luego estuvo encargada de la formación de las princesas almohades en el palacio de Marrakech.
Hafsa se destacó como escritora en la corte almorávide de Granada al desarrollar allí actividades literarias y educativas, que prontamente le proporcionaron una gran fama. Fue muy respetada en su época. Ibn al-Jatib dijo de ella: Granadina, fue única en su tiempo por su belleza, elegancia, cultura literaria y mordacidad.
Ibn al-Jatib
Hafsa fue una de las mujeres independientes y cultas de la época de esplendor de Al Andalus. El episodio más conocido de su vida fue su relación amorosa con el poeta Abu Yafar ibn Said. Su dramatismo atrajo a sus biógrafos y especialmente a la familia Banu Said. Así fueron preservados muchos de los poemas que intercambiaron los amantes.
Hafsa y Abu Yafar ibn Said
La mayoría de los versos de Hafsa, fueron de tenor amoroso, estuvieron dirigidos a Abu Yafar. El gobernador almohade, el príncipe Abu Said Utmán, hijo del Califa Abd al-Mumin, se enamoró de la poetisa. En un principio, ella lo rechazó, pero finalmente se hizo su amante, cansada de las veleidades amorosas de Abu Yafar o por las presiones del príncipe hacia ella o su familia.
Califa Abd al Mumin
Súplica a Hafsa
Tú, a quien escribí el billete,
a nombrarte no me atrevo,
di, ¿por qué no satisfaces
mi enamorado deseo?
Tu tardanza me asesina;
de afán impaciente muero.
¡Cuántas noches he pasado
dando mil quejas al viento
cuando las mismas palomas
no perturban el silencio!
¡Infelices los amantes
que del adorado dueño
ni una respuesta consiguen,
ni esperanza ni consuelo!
Si es que no quieres matarme
de dolor, responde presto.
Abu Yafar
Hafsa y Abu Yafar se encontraron en un jardín de Granada. Al despedirse, él compuso un poema bajo el tópico de que el jardín se alegraba con su amor y ella le replicó:
¡Por tu vida!, el jardín no se alegraba con nuestro amor,
antes bien parecía lleno de celos y envidia;
el río no batía palmas alborozado por nuestra presencia
y la tórtola no gritaba sino sus penas;
y no creo que el cielo mostrase sus estrellas
si no era para espiarnos.
La inspiración lírica de Hafsa alcanzó su propia cumbre en aquellas poesías en las que lamentaba de la suerte de su amado, por los celos que el gobernador sintió por él y por haber participado en una rebelión en su contra. Encontrándose el poeta en Málaga, para embarcar rumbo a Valencia, fue apresado, encarcelado y crucificado en el año 1163.
Hafsa
Heredera de la tradición lírica árabe, y contraria a aquello que en ella era habitual, Hafsa fue capaz de expresar con gran belleza sus sentimientos reales en un lenguaje llano y espontáneo. De ahí su amplia fama en Granada, que justificó, por ejemplo, que una noble dama granadina le pidiera su autógrafo. La poetisa le escribió de su puño y letra estos versos:
Dama de la hermosura y la nobleza, cierra los párpados,
benévola, ante las líneas que trazó mi cálamo, y míralas
con ojos de cariño, sin prestar atención a los defectos
del contenido y de la letra.
Hafsa
Hafsa murió en 1191, pero de su producción poética se ha conservado una gran parte que sumaba en total diecisiete poemas de gran calidad literaria. De ella, muchos de sus poemas se los dedicó a su muy amado amante, el poeta A Abu Ya far:
I
Preguntad al palpitante relámpago en noche serena,
si me ha hecho recordar mis amores a medianoche,
pues ha vuelto a hacer palpitar mi corazón
y me ha dado la lluvia que cae por mis mejillas.
II
Siento celos de mis ojos y de mí misma,
de ti, de tu tiempo;
aunque te encerrase en mis ojos hasta el día del juicio,
no estaría satisfecha.
III
¿Vienes tú a mí o voy yo a tu lado?,
mi corazón se inclina a lo que tú deseas;
mis labios son aguada dulce y transparente
y mis bucles ramas que dan sombra;
espero que estés sediento y ardiente
cuando llegue junto a mí la hora de la siesta.
Contéstame rápidamente
pues no está bien que rechaces a Butayna, oh Yamil.
IV
Elogio aquellos labios porque sé
lo que digo y conozco de lo que hablo,
y les hago justicia, no miento ante Dios;
en ellos he bebido una saliva
más deliciosa que el vino.
Herrada de Landsberg
Herrada
Herrada nació alrededor del año 1130 en el castillo de Landsberg, en la región del Bajo Rhin, en el seno de una noble familia de Alsacia. Siendo aún muy joven tomó los hábitos en la abadía de Hohenburg, en los montes Vosgos, en las proximidades de la ciudad de Estrasburgo.
Abadía de Hohenburg
En la Edad Media las mujeres accedían a los conocimientos en los conventos. Por esa razón hacia el año 1165 Herrada comenzó a escribir e ilustrar un compendio de todas las ciencias que en su época era estudiadas: la Matemáticas, las Naturales, la Filosofía, la Ética y la Teología. Esa obra se denominó Hortus Deliciarum (El Jardín de las Delicias).
Herrada
Herrada en esa obra suya representó una batalla entre la Virtud y el Vicio, que ilustró con vívidas imágenes. En 336 pinturas desarrolló y ejemplificó temas literarios, teológicos y filosóficos, añadiendo los retratos de sus hermanas religiosas. Incluyó una historia de la humanidad, desde la Creación del Mundo hasta el advenimiento de Cristo, alabándolo a Él y a su Iglesia.
Hortus Deliciarum (El Jardín de las Delicias)
En el año 1167 Herrada pasó a ser abadesa y en el 1195, mientras era la responsable de Santa Odilia en Alsacia, compuso esa enciclopedia dedicada a las monjas jóvenes y a las novicias de su congregación, para contribuir a su crecimiento en la fe y el amor. Seleccionó textos de los teólogos destacados que ella explicó y enriqueció con miniaturas ilustrativas.
La Filosofía y las 7 Artes Liberales
El Hortus Deliciarum (El Jardín de las Delicias), una obra de arte en miniatura, representaba la síntesis del magisterio de Herrada como madre espiritual. El texto estuvo durante siglos en la abadía de Hohenburg y en tiempos de la Revolución Francesa pasó a la Biblioteca Municipal de Estrasburgo.
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