N° 22 AÑO II
Octubre de 2018
Imagen: Elsa
Sposaro
Xantipa – Guillaume Rouillé
Xantipa, la yegua rubia
Las diferencias de género han hecho que se consagrasen otras asimetrías, incluso en el lenguaje. Entre nosotros si se dice de un varón que “es un potro”, se lo está elogiando, en más de un sentido. En cambio, si a una mujer se la trata de “yegua”, seguramente se la quiere insultar y vituperar.
En la antigua Grecia, no sólo en Atenas, el sustantivo propio Xantipa era usado para denominar a las niñas, que podían haber sido designadas como Antígona, Ismena o Electra. Etimológicamente sería algo así como “yegua rubia”.
Xantipa Sócrates y sus hijos
El caballo, como noble animal, era muy apreciado en esa sociedad, y por eso no es de extrañar que se compusiese, con prefijos y sufijos adecuados, un nombre propio. A una de las amazonas se la conoció como Melanipa (yegua negra). También una hija del centauro Quirón se llamó así. Y hay más ejemplos de célebres personajes femeninos homónimos.
Melanipa capturada por Hércules
Entre los griegos, misóginos y patriarcales, existía el destrato y el maltrato a las mujeres, aún entre las clases privilegiadas, que estaban limitadas casi exclusivamente al ámbito doméstico, pues el público les estaba vedado. Ellas debían estar recluidas en el gineceo, habitación exclusiva para ellas y sus sirvientes, apartada del espacio masculino, denominado andronitis.
Escena familiar en el gineceo
En este contexto apareció una excepcional figura de origen noble: Xantipa, la joven esposa de Sócrates, el filósofo que marcó el inicio del pensamiento racional y sistemático en Occidente, con la pregunta: ¿qué es esto? La respuesta constituiría una definición. Este instrumento se sumó al principio de identidad parmenídeo y a su método, al que llamó mayéutica en honor a su madre, Fainarate, de profesión partera. Extendió el arte de dar a luz lo de lo biológico, a lo conceptual.
Fainarate en su labor
El más destacado de los discípulos de Sócrates, Platón describió a Xantipa como una devota madre de familia, con un fuerte temperamento. Esta aseveración pese a la gran autoridad de su autor, no fue atendida. Xantipa crió a los tres hijos de Sócrates como propios, lo fueran o no, ya que hay quien supone que eran de Myrto, la segunda (o simultánea) esposa del pensador.
Platón – Rafael
La tradición machista prefirió difundir versiones que hacían de ella la más íntima enemiga de su esposo. Resaltan un supuesto odio por la conducta indolente del sabio que pasaba el día en la plaza (el ágora) discutiendo con sus amantes discípulos, provocando a sus conciudadanos atenienses con su ironía o compartiendo su casa y los simposios (banquetes) con sus amigos.
Sócrates y Alcibíades
Jenófanes dijo de ella que era una persona de difícil trato. Quizás eso fuera una parte de la verdad sobre una mujer que se atrevió a cuestionar al inquisidor profesional, como él mismo hacía con otros. Pudo suceder que, así como él irritaba a oradores, poetas y políticos con sus interrogatorios, ella lo hiciera con él.
Jenófanes de Colofón
Cuentan que una vez, al volver a casa, un poco más tarde que de costumbre, aún de lejos, su mujer, Xantipa, desde la ventana, le decía cosas y se quejaba, hasta que, al pasar el filósofo, le tiró un jarro de agua. Sócrates pacientemente respondió: " Es así, después de la tormenta viene la lluvia”. Esta anécdota, real o imaginaria, conoció muchas versiones artísticas que contribuyeron a su mala fama. Pero hay, no obstante, algunas variantes.
Sócrates y Xantipa
Xantipa y Sócrates – Luca Penni
Xantipa y Sócrates
Pero no sólo los plásticos difundieron esos dichos, sino historiadores y pensadores colaboraron en la difamación de Xantipa. Pocos siglos después, Diógenes Laercio en su obra “Vida de los filósofos más ilustres” retransmite afirmaciones de ese mismo malicioso tipo.
Diógenes Laercio
Su suegro le advirtió a Sócrates antes de que se casara con Xantipa, sobre el carácter de su prometida. Pero el filósofo le respondió que la escogía, porque si lograba convivir con ella, podría tolerar y entender a cualquier persona en el mundo. Pero, una vez consumado el matrimonio, afirmaba que uno se acostumbra a oír su desagradable vocalización, como al graznido de los gansos.
Xantipa
Alcibíades le preguntó en esa ocasión, por qué no la echaba de su casa, ya que las aves, por lo menos ponían huevos y crían, pero ella no. El más sabio, según el oráculo de Apolo, le respondió que su esposa también cuidaba de sus hijos. La comunidad de varones, hermanada, quizás la envidiaba y le tenía celos. Representaciones artísticas antiguas en cerámica así lo muestran muy explícitamente y otras más recientes (pictóricas) lo reiteran más sutilmente.
Alcibíades y Sócrates
Sócrates aproximándose a Alcibíades
Sócrates fue acusado judicialmente de incumplimiento de promesa por Xantipa, con justa razón; antes de que lo fuera por quienes no lo querían y consiguieron condenarlo llevados por la antipatía como ateo, adorador de otros dioses y corruptor de la juventud. Esto a más de ser auto contradictorio, era falso. Pero a sus fiscales no les importó la verdad, sino el castigo: eliminar al tábano que los aguijoneaba.
Sócrates
Estando Sócrates en prisión, mientras esperaba el cumplimiento de la sentencia de la pena capital, según contó Platón, fue repetidamente visitado por su amante y fiel esposa, pese a que el condenado a muerte había afirmado que en su vida debió sufrir por tres males: la oratoria, la pobreza y su mujer.
Muerte de Sócrates – J. P. J. de Saint-Quentin
También se sabe por distintas fuentes que, una vez fue consultado por un discípulo, sobre si debía contraer matrimonio. El condenado a muerte habría dicho: "De todos modos, cásate, si tienes una buena esposa, serás feliz, y si tienes una como la mía, serás filósofo.” Podría quizás suponerse que la pensadora fuese ella y fue tratada como una competidora desleal.
Sócrates y Xantipa – Kristian Zahrtman
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