jueves, 23 de febrero de 2017

REFLEJO DE MUJER

Nº 2 Año 1
Febrero de 2017


SUMARIO

Huellas de ausentes
Lucy
Yo quiero a Lucy


Huellas de ausentes
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro


Para aproximarnos a las huellas de seres ausentes, será preciso revisar algunos conceptos que bajo un rótulo científico extrapolado, ocultaron tendencias discriminatorias, explotadoras y violentas. La Antropología Física no escapó a esas modalidades. En su origen respondió a los intereses colonialistas de las naciones dominantes y presumió de su papel hegemónico.



Hombre de Vitruvio – Leonardo



La obra de Charles Darwin elaborada a mediados del siglo XIX, en el campo de las Ciencias Naturales, fue sacada de su contexto y extendida a lo social y político. La evolución por la selección natural, tenía base en lo sexual. La teoría enarboló las banderas de la supervivencia y dominio del más fuerte y la adaptación (o la muerte). Se las extrapoló al servicio de una ideología solidaria con la economía imperialista. La obra del naturalista obtuvo el reconocimiento oficial al aparecer en el billete de diez libras esterlinas.


Viaje del Beagle




Beagle en el Estrecho de Magallanes



El Beagle en el Estrecho de Magallanes



H. Morgan y E. Taylor sistematizaron la Antropología Evolucionista y agregaron el concepto de survivals (supervivencias del pasado) empleando el método comparativo, que permitió ampliar aún más el campo de aplicación de la teoría que se creyera que las formas más simples de las culturas eran las más antiguas. Con esto la Antropología definió a las sociedades primitivas como su objeto de estudio y se constituyó en ciencia.



Lewis Henry Morgan


                                             



El cambio en su mirada se evidencia en la transformación del concepto mismo de raza, que pasó de ser difuso y ambiguo (raza celta, guaraní, etc.) a significar clase. Ella se fundaba en caracteres observables. El criterio que se imponía tradicionalmente era el del sentido común. Así la disciplina distinguía tres razas: la blanca, en Europa; la amarilla en Asia y la negra en África. A éstas se agregaba la cobriza para América (pieles rojas en Estados Unidos).




R. Kipling imperial (de blanco en el centro de la fotografía)



El poeta Rudyard Kipling, (autor de  Si  y El libro de la selva) sostuvo la supremacía blanca, “la mejor de las razas”,  que debía soportar la carga de extender por todo el mundo las formas de su civilización, en su poema “La carga del hombre blanco”.




Rudyard Kipling – Philip Burne-Jones



En el siglo XX Henri V. Vallois afirmó que las razas humanas son agrupaciones naturales de seres humanos que presentan una serie de caracteres físicos hereditarios comunes, cualesquiera sean además sus lenguas, sus costumbres, sus nacionalidades.



Henri Vallois







En ese contexto se buscó argumentar y probar que la mujer era una subespecie humana o bien constituía una raza diferente e inferior. Se apelaba a las diferencias en la capacidad craneana, el volumen del cerebro, el cuerpo calloso, la sustancia blanca, etc.







El cambio de actitud en las investigaciones antropológicas llegó en la segunda mitad de la pasada centuria por los avances de la tecnología y las modificaciones en el instrumental que permitieron mayor precisión y exactitud y posibilitaron en 1953 los descubrimientos sobre el ADN hechos por Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins.



La doble espiral del ADN



Hans Karl Winkler dio a conocer el término genoma (derivado de gen y cromosoma) entendido como un conjunto de genes. Esto fue seguido por el proyecto de genoma humano y Bioética,  coincidentes en un mismo objetivo: el mejoramiento de la calidad de vida. El genoma humano ha sido comparado con una enorme enciclopedia llena de letras y frases. Esta enorme cantidad de información pudo servir a la Genética y a los Derechos Humanos.






Un ejemplo de la aplicación de la información en salvaguarda de los Derechos es el Proyecto elaborado por Abuelas de Plaza de Mayo, referido a la creación de un Banco de Datos Genéticos (BNDG) de familiares de niños desaparecidos por la Dictadura en Argentina. Al volver la Argentina al orden institucional fue convertido en ley nacional (la N° 23.511). Como tal fue reglamentada en 1989, durante la presidencia de Raúl Alfonsín. El BNDG funciona en el Hospital Durand de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).










 Una labor complementaria a la anterior la realiza el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), cuya función es recuperar e identificar los cuerpos de las personas desaparecidas. Investiga y reúne evidencias sobre las violaciones a los Derechos Humanos para utilizarlas en juicios penales, demandas, querellas y facilitar la tarea de las Comisiones Investigadoras, como la CONADEP. Desde su creación actuó en (30) países del mundo entero.






Finalmente, las huellas de ausentes, tanto del pasado remoto como del reciente, pueden buscarse en el Arte. Éste como forma de conocimiento y de difusión puede combinarse con la desaparición, como en la muestra “De ausencias y vacíos” en Mar del Plata; y con la ingeniería genética, como en la exhibición: “Paraíso ahora: ilustrando la revolución genética”, de la cual participaron  artistas plásticos que ofrecieron su visión del futuro en Nueva York, como Steve Miller, pionero en el empleo de computadoras en las Artes Plásticas.


Steve Miller



La tierra guarda una memoria en las huellas que conserva. Así se puede recordar las ausencias. Los estratos encierran en sus capas la información que espera ser relevada y ayudan a fijar el momento de los sucesos. La estratigrafía, la dendrocronología (datación por los anillos de crecimiento de los árboles) y el carbono 14 son auxiliares que colaboran para descifrar el misterio que las huellas simultáneamente muestran y ocultan.






Lucy
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro

Para esclarecer nuestra propia identidad actual, muchas veces hacemos una marcha retrógrada, buscando en nuestros orígenes las razones de lo que somos como personas. Pero, tratándose ya no de un individuo, sino de una especie, deberíamos sumergirnos en el remoto y oscuro pasado alejado de la Historia millones de años y adentrarnos en las entrañas de la Prehistoria, llevados por una disciplina antropológica relativamente nueva, denominada Paleo- arqueología.






Esta disciplina afirma que hace entre 3 y 7 millones de años, se separó de los chimpancés una línea nueva, con grupos diversos (de 16 a 18), de los que sólo uno quedó: el Homo sapiens. El resto solía llamarse “homínidos”. Ahora reciben el nombre colectivo de “hominines” u “homininos”. Éstos son una subfamilia de los primates, de la familia Hominidae, que incluye al Homo sapiens y sus parientes extintos, tanto como a gorilas, chimpancés y macacos. Esto es que comprende a los Rhesus (etimológicamente mono en griego).



Macaca mulata con dos crías



En el siglo XIX Charles Darwin había sugerido que el continente africano era el lugar más plausible para que en él se hallara el origen de la Humanidad. Pero, hasta 1950 la comunidad científica creía que el Homo sapiens había evolucionado en Asia o Europa hace unos 60.000 años. No obstante, Mary y Louis Leakey excavaron (con el propósito de rescatar restos fósiles) en Kenia y Tanzania. El apellido de esta pareja de investigadores quedó asociado indisolublemente al nombre de Lucy. El nombre no sólo nombra, designa y menciona, sino que también señala y proyecta.  



Mary Leakey 
   


                                                 
Mary y Louis Leakey 

                                                                              
                     

El hallazgo se produjo en plena era de la “Beatlemanía”. La cultura pop difundió una anécdota vinculada con el bautismo de Lucy. En la excavación del yacimiento la radio transmitía a los oyentes presentes en el campamento: “Lucy in the Sky with Diamonds” (“Lucy en el cielo con diamantes”). Tras ese título los compositores a la vez manifestaban y ocultaban una referencia a la droga (LSD). El nuevo mito recorrió el mundo montado en la psicodelia visual, (principalmente cromática) pero también auditiva.







Lucy es la rama más antigua de nuestro árbol genealógico familiar, pues se remonta a unos 3,9 millones de años. La Antropología Forense y el Arte han permitido crear una obra escultórica, que basándose en los restos hallados, la representa tal como debe haber sido, cuando vivía en Hadar, en la región de Afar, Etiopía.

 

Escultura representando a Lucy



Mary Leakey pese a todo, creyó que no se había hallado aún al antecesor del linaje Homo y que, seguramente éste debería tener un cráneo más voluminoso, produciéndose la diversificación, probablemente hace más de 5 millones de años. Esto lo afirmó en 1981, según registró la compiladora Mirtha Lischetti.






Por su parte, Johanson quien hizo excavaciones en Hadar, la región de Afar en Etiopía donde Lucy fue hallada, afirmó que no había herramientas ni fragmentos allí. Eso probaría que carecía de habilidades manuales para producir útiles. Primero se creyó que los restos pertenecían a un Australopithecus africanus, pero fue Johanson quien denominó a esa especie Australopithecus afarensis (por el lugar en que fue hallada) y aseguró que Lucy se constituía en el origen de la Humanidad, hace 3,5 millones de años.




Excavación arqueológica en el Rift, Etiopía



Lucy fue hallada en 1973. Donald Johanson y Tim White  la trasladaron hasta conducirla a Mary Leakey. Los Leakey apadrinaron a Lucy, pero otro grupo de paleo-arqueólogos, la adoptaron, hasta que cumplido el plazo de su custodia provisoria, la reintegraron (con los otros miembros de su familia de origen hallada más tarde) a Etiopía. En el resto de los países sólo hay réplicas de ella.




D. Johanson 




La posición de privilegio de Donald Johanson en el Museo de Historia Natural de Cleveland hizo que la madre de la humanidad, nuestro ancestro más antiguo, pasara un tiempo en los Estados Unidos de Norte América, bajo una designación técnica: AL-288-1, alejada de aquella vinculada con el arte: Lucy. El investigador también pudo desde allí presentarla a los telespectadores en el programa de difusión científica NOVA.




Entre sus distinguidos adoptantes también está el antropólogo Berger. Él eligió buscar fósiles en África, la cuna de la Humanidad, primero con Leakey en  Tanzania y Kenia (Olduvai) y en segundo término con Johanson, en Etiopía (Valle del Rift). En su libro Tras las huellas de Eva, el  antropólogo juega con la ambigüedad del término que en inglés significa: “Eva”, pero también “víspera”. Así, correspondería tanto a una analogía con la primera mujer según el mito semita y también a la proximidad de la Humanidad.



Johanson con el esqueleto de Lucy





Yo quiero a Lucy
Texto: Lic. Alicia Grela Vázquez
Imagen: Prof. Elsa Sposaro


En la comedia cómico-musical “Yo quiero a Lucy” realizada para la televisión en pleno idilio cubano-americano, simbolizado en la pareja de los protagonistas, se mostraba que pese a las dificultades ocasionadas por ella en cada episodio, gozaba del afecto genuino de todos, aún de los que eran perjudicados por sus torpes y contradictorias acciones. Es posible establecer una analogía con nuestra Lucy, la cuestionada madre de la Humanidad.
















La mayor parte de los antropólogos están hoy de acuerdo en que el origen de nuestra especie estuvo en África, hace unos 200.000 años. Según la datación radiológica hecha sobre los huesos fosilizados el proceso evolutivo llevó los 25.000 anteriormente considerados a 4,4 millones de años. Los restos mostraron distintas etapas en la transformación de los primates.












Los investigadores de esta nueva ciencia, la Paleo- Arqueología, difieren en la respuesta cuantitativa y cualitativamente a muchas de las cuestiones que el hallazgo de Lucy ha planteado. Es por eso que se justifica el título en la publicación: “La Batalla de los Huesos” de Carrie Spencer (la misma autora que abogó por igual salario para las mujeres).





         

Es  innegable que hay diferencias cuantitativas, referidas a millones de años, y cualitativas en relación con Lucy, sobre si es o no la madre de la Humanidad. Ella desde su descubrimiento ha sido la mejor embajadora de la Antropología. Por ella se ha difundido la ciencia paleo-arqueológica y ha trascendido los límites de los congresos, simposios y revistas especializadas.






Sin embargo, dado que la evolución no es un proceso ascendente, ordenado linealmente, sino una serie de mutaciones y adaptaciones aleatorias; y que la especie se define por su capacidad reproducirse y dar descendencia fértil, la cantidad de material genético de Lucy no permite obtener conclusiones seguras al respecto.






Es por eso que Berger pretende dar un nuevo enfoque a la investigación al presentar su tesis: la división sudafricana del árbol en forma de Y (que supuestamente cayó en extinción) puede ser la rama de la vida humana actual. Con ésta y otras consideraciones pretende convencer a sus colegas de que Lucy podría tener que renunciar a su posición de privilegio, como madre nuestra.



Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares



Pese a las discrepancias entre universidades e investigadores, los museos de todo el mundo se disputan la presencia de Lucy o sus réplicas. Un ejemplo de esa demanda es la muestra del Arqueológico de Alcalá en España. Los Medios Masivos de Comunicación (MMC) la elevaron a la categoría de heroína popular. Su imagen el Mercadeo (Marketing) la impuso en una gran variedad de productos que el público adquiere, adhiriendo a su simbología o desconociéndola. 











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