Nº 8 Año 1
Agosto de 2017
Nacimiento de Atenea
SUMARIO
Zeus y los modelos femeninos
Atenea, Metis te ama
Zeus y los modelos femeninos
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
El sexto y último de
los descendientes de Cronos y Rea fue Zeus (Luz). Ella, tras las penosísimas
experiencias anteriores, pidió ayuda en el parto a su madre Gea y también en la
resistencia, en la mediación ante Cronos y en el ocultamiento del pequeño. Gea
obtuvo de su yerno, tras una ardua negociación, la promesa de no volver a
molestar a su esposa.
Rea entrega el ónfalo a Cronos
Cibeles elaboró una
estrategia: entregar una piedra envuelta en pañales, para salvar a su benjamín,
convertido ya en su único hijo. El ónfalo es la mítica piedra que Rea entregó a
su esposo Cronos, simulando ser el recién nacido: Zeus. Esta roca fue
considerada el ombligo del mundo y su centro, determinado posterior y
coincidentemente por el vuelo de las águilas que Zeus echaría a volar en
sentidos longitudinalmente opuestos.
Ónfalo de Delfos
Para salvarlo y
cuidarlo Rea lo entregó a las ninfas Amaltea (Ternura) y Melisa (Abeja).
Colaboraron también los Curetes custodiándolo y haciendo mucho ruido, con
instrumentos y bailes para ocultar los sonidos del llanto y las risas del bebé,
para que no fuera oído por su feroz padre y pudiera de ese modo continuar
desarrollándose sanamente.
La infancia de Zeus – Berchem
Zeus, el divino vástago supérstite de Rea y Cronos,
creció y se hizo cada vez más fuerte y poderoso. Cuando estuvo en condiciones
de desafiar la autoridad de su feroz progenitor, decidió buscar el fin del
mundo, fuera del alcance de su padre. Así fue que llegó al reino del Océano y
de Tetis, padre y madre de Metis.
Metis (Recomendación)
diosa de la prudencia se le ofreció para acompañarlo y ayudarlo en su empresa,
aconsejándolo. Zeus aceptó y más aún, tomó a su prima como su primera esposa. Ella
se ha establecido desde el mundo griego como la expresión simbólica de una
forma de la sabiduría: la práctica. Pese a lo cual (o quizás por eso mismo) ha
sido olvidada y permaneció oculta. No es posible hallarla de otro modo.
Metis, poseedora de
esa característica que le dio nombre: la prudencia, es mencionada como Perfidia, por quienes no aceptan la
inteligencia como una cualidad femenina. Ella, con algunos otros conocimientos sobre
las propiedades naturales de plantas y hierbas medicinales, elaboró un
bebedizo: un brebaje emético, que procuraría dar a Cronos. Pero esta acción
requeriría de aliados en una estrategia más compleja.
Por otra parte, con el transcurso del tiempo Rea conservó e
incrementó su atrayente belleza, pese al sufrimiento causado por los
abominables delitos de su esposo, quien se tornó para ella además de decrépito,
en un ser tan repulsivo como sus actos. Por esas razones y otras que se
sumaron, colaboró con Zeus, haciendo que Cronos bebiese la poción de Metis. El
vencido titán le reprochó a Cibeles haber participado en su destitución, pero
sólo se cumplió la profecía.
Ese preparado hizo que
el perpetrador vomitara la piedra (sustituto de Zeus) y a todos los hijos que
ingirió no como condumio, sino para su seguridad. Ellos se encontraban
perfectamente sanos y desarrollados, pues eran inmortales. La roca se tornó en
objeto de culto religioso: el ónfalo (ombligo de la tierra) presente en el
santuario de Delfos. Actualmente se guarda allí mismo, en el Museo
Arqueológico.
Júpiter emprendió de
este modo la guerra contra su progenitor. Continuó con una alianza con los
titanes y luego de diez años de lucha, Zeus lo venció y encerró en el Tártaro
al destituido dios y también a sus propios asociados de la batalla, pues ya no
los necesitaba. Allí todos ellos eran vigilados por los Hecatonquiros (Centimanos).
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Al destronar a su
padre, desplazarlo y ocupar su lugar, Júpiter estableció las bases para las
relaciones humanas y de los demás seres en general. Con el triunfo de Zeus se
organizó definitivamente el mundo haciendo de él un cosmos ordenado y bello.
Por eso se lo consideró en muchas interpretaciones simbólicas como un principio
de espiritualidad.
Zeus le agradeció a
Metis su ayuda y le prometió eterna gratitud. Por consejo de su primera y sabia
esposa Júpiter habló con su madre para salvar del Tártaro y liberar a los
Cíclopes y los Hecatonquiros. La gran madre Gea, aún enferma, también auxilió a
Zeus y contribuyó a ponerle fin a la guerra de los titanes.
Fueron las voces de las diosas las que le dijeron a Júpiter que aún no
había cometido los errores de su padre, pero tampoco los había corregido. Esto
le permitió acordar con sus aliados libertos. Como prenda de la permanencia de
la alianza, éstos le ofrecieron importantes regalos (el casco para hacerse
invisible y el rayo). Eso puso el punto final a la lucha, consagrando a Zeus
como vencedor.
Cuando la violencia hubo acabado, las titánides hermanas del triunfante
Zeus, buscando clemencia, se arrodillaron detrás de Temis, quien abogó por
ellas argumentando que, si bien no habían favorecido a los ganadores, evitaron
participar de la guerra para no hacerse odiar por sus maridos. Las experiencias
de su madre Rea y abuela Gea les habían enseñado que las esposas estaban
obligadas a tolerar y soportar a sus maridos.
El padre de dioses y hombres dictó su sentencia absolutoria. Ellas no
deberían temer pero sí tendrían que volver a sus tareas. Hera hubo de salir del
bosque. Hestia se acercó al fuego. Deméter preparó medicamentos, remedios para
aliviar los daños de los heridos en el combate. La profecía materna se cumplió
nuevamente.
Atenea, Metis te ama
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
Los poetas homéridas
cuentan que de las esposas de Zeus, la primera fue Metis. Ella encarnaba la
astucia, la justicia y la prudencia. Esta rara virtud era considerada como una
forma de la sabiduría. La portadora era tenida por buena consejera y entendida
en productos medicinales. Prueba suficiente de ello fue la poción emética con
la que rescató a los hijos que Cronos había ingerido, y hasta recuperó la
piedra que Rea le diera al titán para que tragase, en lugar del niño que así
habría de conservar a salvo.
Metis
Júpiter se unió en
matrimonio con su discreta salvadora y prima, (hija de Tetis y Océano) pues no
pesaba entre ellos la prohibición del incesto. Tampoco regía ni siquiera para
los hermanos en las familias gobernantes egipcias, germánicas ni incaicas, y
quizás por la misma razón: impedir la división y el reparto del poder y el
patrimonio.
Metis y Zeus
La mitología afirma
que ella fue su primer amor. Juntos concibieron una criatura, que según
profetizaba la pródiga e infalible Gea, sería el fin del Imperio de Zeus.
Decidido a impedirlo, haciendo honor a su epíteto de predador, procedió a
devorar a la embarazada, superando el crimen de su propio padre Cronos.
Estatua de Zeus (Imperator) – Fidias
Cuando la gestación
debió llegar a su término, Zeus no pudo ya soportar el dolor, a tal punto que
hubo de pedirle a Vulcano, que con alguna de sus herramientas (un hacha o una
maza) con las que trabajaba como herrero en la forja, en el interior profundo
de la tierra, le abriese la cabeza. Las Artes del Fuego tuvieron un origen
mítico con Hefaistos (Vulcano) y sus ciclópeos asistentes.
La fragua de Vulcano – Velázquez
Hefaistos accedió, y
del espacio abierto por el corte surgió Atenea, adulta, vestida, calzada y
completamente armada, con su lanza, espada, escudo y casco. Lista y preparada
para dar batalla. Las cerámicas halladas por la Arqueología cuentan en
distintos momentos y lugares de la Hélade su parto singular con diferentes
materiales, colores y técnicas. Los artefactos muestran también a Metis oculta,
bajo el trono de Zeus. Así permaneció olvidada por todos (incluida Atenea).
Nacimiento de Atenea
Su padre terminó de
pergeñarla. La idea podría sugerir que los varones conciben, aunque de un modo
especial (mentalmente) a sus hijas. Zeus,
al verla ya fuera de él, tan valiente poner las armas a sus pies, y luego
de oírle decir: “que nunca tenga que usarlas en tu contra”; y considerándola dispuesta,
prudente y sabia, sin más la integró en el consejo de los dioses mayores.
Nacimiento de Atenea
Tenía, como su padre,
la valentía, el coraje y la propiedad de cambiar de forma a su antojo. Como él poseía su animal emblema: el búho,
asociado como ella a la sabiduría, que le había dejado como legado, su madre.
De ella provenía la nueva generación: la de los ojos verdes: Minerva.
Buho de Minerva
Atenea debió disputar el patronato de la ciudad
con su tío Poseidón. Para convencer a los ciudadanos, él les prometió agua,
pero al ser Neptuno el dios del mar, su ofrecimiento (o soborno) fue rechazado
en razón de su salinidad. Palas, en cambio les regaló un olivo y les enseñó a
cultivarlo y servirse de él para obtener aceitunas, aceite y madera. Con esto
consiguió ser elegida por las mujeres, aunque los varones perdieron al votar
por su oponente. En su honor llamaron Atenas a la urbe en disputa.
Atenea y Poseidón
Su medio hermano,
Apolo (hijo de Leto) también está vinculado con el conocimiento cuyo símbolo es
la luz y con el oráculo. Las profecías de las pitonisas a través de las cuales
hablaba el dios eran una gran a atracción para helenos y extranjeros. Ambos
fueron favorecidos por la devoción popular. Los griegos construyeron templos en
su honor en toda Grecia.
Templo de Apolo en Corinto
El Partenón hace referencia a la diosa como la Virgen (Partenós) Atenea. Esa
característica hizo que el vaticinio, que nunca se equivoca, fallara con ella,
la protectora de la Filosofía, las Ciencias y las Artes como así también de la
guerra. No de la sangrienta propia de Marte (Ares), sino de la estrategia que
permite triunfar). Heráclito, el oscuro afirmó que de ella nacen todas las
cosas. Los griegos consideraban, con razón, que muchas técnicas y productos se
debían al deseo de poder y dominio asociados con lo bélico.
Partenón en Atenas
La diosa de la
sabiduría, promotora y protectora de las artes, la virgen Atenea, debió ser
también la patrona de la guerra, pues tuvo en su herencia la curiosidad
materna, que la llevó a conocer y la belicosidad paterna, que la indujo a
guerrear. Nunca supo del amor de su madre Metis, ni conservó recuerdo alguno de
ella.