viernes, 2 de marzo de 2018







N° 15 AÑO II
Marzo de 2018




SUMARIO


"Antígona" de Sófocles

Monólogo de Creonte

Monólogo de Antígona


Monólogo de Creonte

Versión: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro






Ancianos, el timón de la ciudad que los dioses bajo tremenda tempestad habían conmovido, hoy de nuevo enderezan rumbo cierto. Si yo por mis emisarios os he mandado aviso, a vosotros entre todos los ciudadanos, de venir aquí, ha sido porque conozco bien vuestro respeto ininterrumpido al gobierno de Layo, y también, igualmente, mientras regía Edipo la ciudad; porque sé que, cuando él murió, vuestro sentimiento de lealtad os hizo permanecer al lado de sus hijos.  



Edipo


Y pues ellos en un solo día, víctimas de un doble, común destino, se han dado muerte, mancha de fratricidio que a la vez causaron y sufrieron, yo, pues, en razón de mi parentesco fa miliar con los caídos, todo el poder, la realeza asuma. Es imposible conocer el ánimo, las opiniones y principios de cualquier hombre que no se haya enfrentado a la experiencia del gobierno y de la legislación. A mí, quienquiera que, encargado del gobierno total de una ciudad, no se acoge al parecer de los mejores sino que, por miedo a algo, tiene la boca cerrada, de tal me parece -y no solo ahora, sino desde siempre- un individuo pésimo.
Y el que en más considera a un amigo que a su propia patria, éste no me merece consideración alguna; porque yo -sépalo Zeus, eterno escrutador de todo- ni puedo estarme callado al ver que se cierne sobre mis conciudadanos no salvación, sino castigo divino, ni podría considerar amigo mío a un enemigo de esta tierra, y esto porque estoy con vencido de que en esta nave está la salvación y en ella, si va por buen camino, podemos hacer amigos.



Edipo


Estas son las normas con que me propongo hacer la grandeza de Tebas, y hermanas de ellas las órdenes que hoy he mandado pregonar a los ciudadanos sobre los hijos de Edipo: a Eteocles, que luchando en favor de la ciudad por ella ha sucumbido, totalmente el primero en el manejo de la lanza, que se le entierre en una tumba y que se le propicie con cuantos sacrificios se dirigen a los más ilustres muertos, bajo tierra; pero a su hermano, a Polinices digo, que, exiliado, a su vuelta quiso por el fuego arrasar, de arriba a abajo, la tierra patria y los dioses de la raza, que quiso gustar la sangre de algunos de sus parientes y esclavizar a otros; a éste, heraldos he mandado que anuncien que en esta ciudad no se le honra, ni con tumba ni con lágrimas: dejarle insepulto, presa expuesta al azar de las aves y los perros, miserable despojo para los que le vean. Tal es mi decisión: lo que es por mí, nunca tendrán los criminales el honor que corresponde a los ciudadanos justos; no, por mi parte tendrá honores quienquiera que cumpla con el estado, tanto en muerte como en vida.



Eteocles y Polinices




Monólogo de Antígona

Versión: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro






El personaje de Antígona en la obra de Sófocles es uno de los mejores ejemplos de la Estética heroica griega. En el fragmento elegido la protagonista habla con su hermana Ismena (símbolo del amor filial). Al abdicar al trono Edipo arrastra consigo a sus descendientes: a los varones en una lucha por el poder y a las mujeres a abandonar sus propios proyectos vitales y amorosos.



Edipo maldice a Polinices en presencia de Antígona e Ismena – Marcel Baschet



Antígona le habla a Ismena para explicarle las razones de su acción, el porqué de su desobediencia: buscar los restos mortales de su hermano y darles sepultura, pese a la prohibición del regente. Esta conducta insumisa hace de ella una heroína trágica y un modelo ejemplar, antecedente prototípico para otras rebeldes de la Historia Argentina reciente.



Antígona – Frederic Leighton



Este bando que dicen que el bueno de Creonte, nuestro tío, el Regente de Tebas, ha hecho pregonar para los familiares del traidor, lo anunciaré en voz alta para quienes no lo conozcan; y que esto no se ha de tomar de cualquier manera, porque quien se atreva a hacer algo de lo que se prohíbe, como buscar y dar sepultura a un hermano muerto, se expone a morir lapidado por el pueblo.



Antígona e Ismena – Thomas Armstrong



Se sabe lo que hay y pronto se podrá demostrar, si se es de sangre noble o cobarde que desdice la nobleza de sus padres. Dirán: “¡Qué desdichada, si las cosas están así!” ¿Qué podré remediar yo, tanto si desobedezco como si acato esas órdenes? Lo que tienen que pensar es si me acompañarán y me ayudarán, si vendrán conmigo a levantar el cadáver.”



Antígona – Marie Spartali Stillman



A pesar de haberlo prohibido Creonte a toda la ciudad, pienso sepultarlo, a mi hermano, y no al tuyo, si tú no quieres; pues nunca dirán de mí que lo he abandonado. El tirano no tiene ningún derecho a privarme de los míos. Me pides que reflexione, que nuestro padre murió aborrecido e infamado. Me recuerdas que nuestros hermanos se quitaron la vida uno a otro con sus propias manos. Y ahora que sólo quedamos nosotras dos, consideremos de qué manera infame moriremos, si con desprecio a la ley desobedecemos la orden y la autoridad del tirano.


Eteocles y Polinices – Giovanni Battista Tiepolo



Dicen unos que es preciso pensar ante todo que somos mujeres, para no querer luchar contra los hombres; y que estamos bajo la autoridad de los superiores, para desobedecer estas órdenes y otras más severas.



Eteocles y Polinices


Otros dicen que roguemos a los que están bajo tierra, que tengan indulgencia, y que hagamos como que cedemos contra nuestra voluntad, obedeciendo a los que están en el poder, porque el querer hacer más de lo que se puede no es cosa razonable.



Eteocles y Polinices



Ni se lo mandaré a nadie, ni aunque luego lo quieran hacer, tendré el gusto de que me ayuden. Hagan lo que les parezca. A él yo lo sepultaré. Si hago esto, bello me será morir. Yaceré con él, después de cumplir con todos los deberes piadosos, porque mayor es el tiempo que debe complacer a los muertos que a los vivos.



Eteocles y Polinices



Hay quien no hace desprecio de eso, pero que es impotente para obrar contra la voluntad de los ciudadanos. Alguien puede dar esas excusas, que yo me voy ya a erigir una tumba a mi queridísimo hermano. Los que me quieren están temblando por mí. Pero por mí no deberían preocuparse, sino de cuidar su propia suerte.




Antígona y Polinices – J. E.  Lenepveu


Me piden que al menos no diga a nadie mi proyecto, que lo guarde en secreto, que ellos harán lo mismo. ¡Hay de mí! ¡Divúlguenlo, que más odiosos me serán si callan y no lo dicen a todos!
Afirman que tengo un corazón ardiente en cosas que hielan de espanto. Pero sé que agrado principalmente a quienes debo agradar.



Antígona encuentra a Polinices – N. Lytras



Me responderán: si es que puedo, porque intento un imposible. Pues cuando no pueda, desistiré. Insistirán diciendo: “De ningún modo conviene perseguir lo imposible”. Si eso dicen, ellos serán odiosos para mí y odiosos serán para el muerto con justicia.



Antígona entierra a su hermano


La potencia del mito de Antígona es tal que se ha conservado desde su origen en la Antigua Grecia hasta nuestros días, gracias a la labor creativa de muchos excelentes autores como Bertoldt Brecht.





Leopoldo Marechal  la adaptó impecablemente a la época de la mal llamada “Conquista del Desierto”, dándole como ambiente natural el de la región pampeana, en su Antígona Vélez. La ficción literaria enfatizó un conjunto de características femeninas relativas al cuidado, la clemencia y el respeto por lo ancestral, que podrían tornarse en valores humanos, vinculados con la dignidad de las personas.



Antígona Vélez – L. Marechal


En el marco del Plan Cóndor, que regímenes dictatoriales aplicaron en América del Sur, con el aval de los Estados Unidos de Norteamérica, surgió la figura del terrorismo de estado. En Argentina las consecuencias de ese omnímodo poder fueron la desaparición de personas (30.000) y la prisión, la tortura y la muerte y el secuestro extorsivo de muchas más.

La Operación Cóndor de Henry Kissinger





Los Vuelos de la muerte



La misma oposición  que mostró la tragedia (entre masculino y femenino, entre la muerte y el amor, entre los jóvenes y los adultos, entre el poder y la rebeldía, tiranos y gobernados) se dio entre nosotros y, provocó que de lo muy malo naciese lo bueno: las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo (que reactivaron y encarnaron los motivos de Antígona), H.I.J.O.S., el Nunca Más y la lucha por el reconocimiento pleno de los Derechos Humanos.










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