N° 14 AÑO II
Febrero de 2018
Amazonas
SUMARIO
Asombrosas Amazonas
Amazonas
1542, Conlapayara: Las Amazonas
Asombrosas Amazonas
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro
Por un tiempo hemos
vivido en las proximidades del Mar Negro y aunque fundamos la ciudad de Esmirna
y algunas otras prósperas localidades del Asia Menor, sólo se conoce de
nosotras lo que difundieron quienes después de vencernos, nos agraviaron con
falsos testimonios y mentiras ofensivas.
Antigua Esmirna
Hasta sus verdades (a
medias) nos difamaron. Así Apolonio llegó a decir que estábamos exclusivamente
dedicadas a las obras de Ares (el dios griego de la guerra, más conocido por su
alias romano: Marte). Según este mendaz testimonio éramos movidas únicamente
por la soberbia. El mismo cuento, quizás con algún sustento real, fue narrado
por Herodoto. Él, considerado como padre de la Historia (y la Geografía) nos
describió en el siglo V aC como asesinas de varones.
Herodoto
La etimología de
nuestro nombre se construyó sobre la base de esos prejuicios. El dialecto ático
hizo derivar "amazonas" de un término que entonces equivalía a
"sin pecho". En el protoindoeuropeo significaría que "no
teníamos marido". En el iraní sería sinónimo de: "guerreras". Y
es este último el sentido que se conservó. Apolodoro de Atenas (el Gramático)
historiador y mitógrafo griego del siglo II aC dijo que anualmente nos uníamos
a los varones con fines reproductivos exclusivamente, para evitar la extinción
de nuestra cultura.
Apolodoro de Atenas, el Gramático
Ulrico Schmidl, miembro
de la expedición de Don Pedro de Mendoza (el primer Adelantado del Río de la
Plata) contó a mediados del siglo XVI que nuestras hermanas halladas en el
corazón ignorado y oscuro de América del Sur recibían visitas masculinas tres o
cuatro veces en el año, con el mismo propósito.
Ulrico Schmidl
Los antiguos
aseguraron que, cuando paríamos niños o los abandonábamos o los enviábamos a
sus padres o los matábamos. Si las recién nacidas eran niñas, las manteníamos
con nosotras, las criábamos, cuidábamos y amamantábamos. Es por eso que,
nuevamente según Apolodoro conservábamos nuestro pecho izquierdo, mientras que
el derecho lo comprimíamos (o lo cortábamos) para facilitar el disparo del
arco. Por su parte, aquel viajero moderno aseguró que lo quemábamos, para
mejorar nuestros aciertos y que cada flecha diese de lleno en su blanco.
Amazona preparándose para la batalla – P. E. E. Hébert
Contaron los
historiadores helenos que los grandes batalladores fabulosos nos enfrentaron y
vencieron, como lo hizo Belerofonte montado en Pegaso (el caballo alado de
Zeus). El mítico exterminador de la Quimera fue contra nosotras. Ella se
presentaba como un ser monstruoso de muchas cabezas (entre ellas la de un león
y la de una cabra) que asolaba las tierras Licia.
Belerofonte y la Quimera – Mosaico
Nosotras los
molestábamos tan sólo por existir en oposición a su forma de vida androide.
Bendito Zeus que con su real justicia condenó al hombre a recordar meramente
sus logros pasados y premió al animal, permitiéndole permanecer entre los
dioses olímpicos. Nuestras valientes hermanas: Pentesilea, Antíope e Hipólita
fueron víctimas de los grandes héroes helénicos. Ellas hicieron honor a su origen
divino como dignas descendientes del rojo Marte.
Teseo y Antíope
Mas cuando participaron de la Guerra de Troya enfrentando a los
invasores aqueos, Aquiles (el hijo de Tetis y Peleo) mató en combate a
Pentesilea, se enamoró de ella y provocó el retiro de las bravas combatientes,
según refirió también Virgilio. Este poeta presenta a la muerta como hija de
Ares y Otrera. Proclo, en su resumen de la Etiópida
de Arctino de Mileto, refirió el mismo episodio, reconociendo que la reina,
después de sus muchas hazañas, fue muerta por el semidiós y enterrada por los
troyanos.
La reina Pentesilea y Aquiles
Antíope fue raptada
por Teseo. El hijo de Egeo y Etra la tomó en matrimonio e hizo de ella la única
casada. Claro que, en otra versión se afirmó que el matador del Minotauro se
casó con Hipólita (cuyo nombre significa “la que deja sueltos a los caballos”).
Hipólita y Hércules
Finalmente Hércules
(hijo mortal de Júpiter y Alcmena) tuvo como novena tarea, arrebatar el
cinturón mágico que Ares le diera a su hija Hipólita como símbolo de su
autoridad principal. Heracles, llamado así por ser la gloria de Hera, no
obstante lo recordamos más como filicida, para cumplir con su detestable
trabajo secuestró a Melanipa (hermana de la reina Hipólita) para que ella
entregase la reliquia y se diese por vencida definitivamente.
El cinturón de Ares
En el siglo XX ante la
rivalidad entre los Aliados y el Eje, en 1941 en los Estados Unidos de Norte
América, se recurrió a la creación de un personaje de ficción: la Mujer
Maravilla (Wonder Woman). La historieta creada por Marston fue llevada a las
pantallas de la televisión y del cine. En sus diversos formatos retomó algunas
características similares a las de nuestra cultura, pero con las modificaciones
necesarias para servir al nuevo imperio. Combinó feminismo y sexismo.
Princesa Diana
Diana Prince, 1941
W. W., 1975 Lynda Carter
W. W., 2016 Gal Gadot
Evocar a las amazonas,
las famosas guerreras derrotadas desde el mítico comienzo: Clonia, Polemusa,
Derinol y Evandra, y tantas compañeras más, nos exige ahora a las otras, desde
el anonimato continuar en la lucha, buscando en esta cruel trama algún otro
desenlace que permita lograr la reivindicación de la mujer insumisa.
Joan Baez - We shall overcome
AMAZONAS
Texto: Eduardo Galeano
Imagen: Perica Jacoboni
1542, Conlapayara: Las Amazonas
Texto:Eduardo Galeano
Imagen: Elsa Sposaro
No tenía mala cara la batalla, hoy, día de San
Juan. Desde los bergantines, los hombres de Francisco de Orellana estaban
vaciando de enemigos, a ráfagas de arcabuz y de ballesta, las blancas canoas
venidas de la costa.
Pero peló los dientes la bruja. Aparecieron
las mujeres guerreras, tan bellas y feroces que eran un escándalo, y entonces
las canoas cubrieron el río y los navíos salieron disparados, río arriba, como
puercoespines asustados, erizados de flechas de proa a popa y hasta en el palo
mayor.
Las capitanas pelearon riendo. Se pusieron al
frente de los hombres, hembras de mucho garbo y trapío, y ya no hubo miedo en
la aldea de Conlapayara. Pelearon riendo y danzando y cantando, las tetas
vibrantes al aire, hasta que los españoles se perdieron más allá de la boca del
río Tapajós, exhaustos de tanto esfuerzo y asombro.
Habían oído hablar de estas mujeres, y ahora
creen. Ellas viven al sur, en señoríos sin hombres, donde ahogan a los hijos
que nacen varones. Cuando el cuerpo pide, dan guerra a las tribus de la costa y
les arrancan prisioneros. Los devuelven a la mañana siguiente. Al cabo de una
noche de amor. El que ha llegado muchacho, regresa viejo.
Orellana y sus soldados continuarán
recorriendo el río más caudaloso del mundo y saldrán a la mar sin piloto, ni
brújula, ni carta de navegación. Viajan en los dos bergantines que ellos han
construido o inventado a golpes de hacha, en plena selva, haciendo clavos y
bisagras con las herraduras de los caballos muertos y soplando el carbón con
borceguíes convertidos en fuelles. Se dejan ir al garete por el río Amazonas,
costeando selva, sin energías para el remo, y van musitando oraciones: ruegan a
Dios que sean machos, por muchos que sean, los próximos enemigos.
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